Entrar en Medicina es una aspiración que lleva a decenas de estudiantes andaluces a exigirse al máximo durante los años de instituto. Unos entran. Otros no. Los que acceden a estos estudios, que requieren de una nota de acceso elevadísima, se encuentran con que han conseguido su objetivo, entrar, pero quizá no estén preparados para lo que viene después. "Uno se va apagando a lo largo de los años", resume Carlos Sastre, delegado de estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada.

En su curso, quinto, de los que entraron, más de 250, quedan unos 180. "Se van de erasmus o Sicue" [otro programa de intercambio entre universidades españolas], explica el estudiante, que aclara a qué se debe este éxodo. "Cuando entras piensas que vas a estar en el hospital. Y no hay prácticas hasta sexto". En medio, cinco años de hincar codos. "Son cinco años metiéndote tochos" de apuntes, una "carga de trabajo" que lleva a estos estudiantes al agotamiento o, incluso, a sufrir determinados trastornos como depresión o ansiedad. "Hay quien lo pasa muy mal y se tiene que meter un diazepam o valium".

La Comisión de Salud Mental de la Delegación de Estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada junto con el Departamento de Psiquiatría y el Decanato del centro organizan el próximo 13 de marzo las primeras jornadas dedicadas a la salud mental en este centro. Sastre apunta a que la Delegación del centro cuenta con una comisión dedicada precisamente a este ámbito y que desde ahí se ha trabajado para dar formar a las jornadas, en las que participarán profesorado del Departamento de Psiquiatría y la experta en motivación Lucía Toro.

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La iniciativa de los estudiantes de Medicina no es una raya en el agua. El plan director para este año 2023 de la Universidad de Granada incluye realizar un estudio sobre la salud mental de sus estudiantes. El noviembre, el Ministerio de Universidades ya lanzó en noviembre la propuesta de su propio análisis, a realizar junto con el Ministerio de Sanidad. Lo primero es el diagnóstico de un terreno que, hasta ahora, únicamente habían transitado los especialistas en salud mental.

Jorge Cervilla, catedrático y director del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Granada, apunta a que los factores que pueden explicar el "incremento" de casos de frustración, ansiedad o depresión entre el estudiantado de Medicina puede estar en la dicotomía que viven estos jóvenes entre una práctica académica que sigue atada en los apuntes y la realidad, en la que las fuentes de información son múltiples. "Se compite con un mundo paralelo que no había antes", reflexiona Cervilla, que ha sido, entre otras responsabilidades, responsable del área de Salud Mental en el Hospital del PTS.

"Antes había una fuente" que consultar, los apuntes, "y había mucha presión", añade Cervilla, que apunta al "desfase entre dos mundos", el tradicional y el que se encuentran los estudiantes de puertas para afuera, con múltiples vías de acceso a la información.

A esta circunstancia, se une el hecho de que los estudiantes de Medicina son una materia prima muy singular, han sido los mejores en el instituto, donde quizá "han tenido un trato más personalizado", que en la Facultad no se da. A esto se suma la "deficiente" articulación de los estudios con el sistema sanitario público, añade el catedrático. Sobre el uso de fármacos, práctica de la que no se tienen datos a nivel del estudiantado, Cervilla recuerda que los datos nacionales colocan a España como líder en el consumo de ansiolíticos.

¿Son suficientes los recursos que tienen estos estudiantes para hacer frente a sus problemas? "Tienen los mismos recursos que el resto de la población", contesta Cervilla, que aleja el foco de este ámbito para iluminar el escenario. "Hubo una reforma en salud mental en los años 80 y 90, y desde entonces no se ha tocado nada".