Granada ha vuelto a vibrar por San Cecilio. La ciudad no ha fallado a su patrón un año más, en un día en el que no han faltado las habas, las salaíllas, y el sol de justicia. Un 'veranillo' de San Cecilio que han aguantado con ambiente festivo los miles de granadinos que han vuelto a 'peregrinar' hasta la Abadía del Sacromonte para cumplir con la tradición del primer fin de semana de febrero.

Desde bien temprano los ríos de gente que subían por la Carrera del Darro hasta el Sacromonte eran constantes. Cargados con mochilas, neveras, sillas y mesas, mantas para hacer pícnic, agua y abrigos que luego no se usaron, todos hicieron la subida con buen ánimo y alegría. No todos los días se sube, así que la mayoría aprovechaba para inmortalizar el Valle del Darro, la Alhambra y al fondo la ciudad. El cielo azul despejado animaba también a sacar la mejor instantánea con la que presumir después en las redes sociales.

La zona de la explanada era la primera parada. Ahí los grupos festivos regionales ofrecían la imagen más tradicional con bailes como la reja, el fandango de Granada o el Vito o la Cachucha y la Mosca. Las colas para coger las habas y salaíllas se iban formando desde antes de la misa. Las primeras personas que se posicionaron aguantaron que desde antes de las 11:30 hasta que empezó el reparto de la tonelada de habas, los 3.500 kilos de salaíllas y los 180 kilos de bacalao que el Ayuntamiento ha dado este año.

Imagen de la corporación municipal a su llegada a la Abadía del Sacromonte

Antes, sobre las 11:00 horas, se formó la comitiva de la ciudad para subir a la Abadía del Sacromonte desde el Ayuntamiento. Los concejales, con traje oscuro y sus insignias y medallas capitulares, junto a la alcaldesa, con el bastón de mando, integraron la comitiva, precedida por el Pertiguero de la Ciudad, vestido con ropas de damasco y terciopelo negro del siglo XVII, con la Pértiga antigua de plata y collar. A continuación, los cuatro Porteros de la Ciudad, cubiertos con similar vestimenta y con las varas de plata que guardan las puertas de las estancias consistoriales; escoltados por los cuatro Maceros de la Ciudad, vestidos con ropas de damasco carmesí del siglo XIX, con las mazas de plata barrocas, cubiertos y con escolta posterior de cuatro Policías Locales de gala, mandados por el jefe de la Policía Local. Después Carazo, el Policía Local de gala que, como alférez, porta su Guión, el responsable de los servicios de Protocolo y dos ordenanzas de uniforme.

A las doce, ya en la Abadía, la fachada luce engalanada y recién restaurada. La alcaldesa ha saludado a las autoridades e invitados y antes de entrar la Banda Municipal ha interpretado los himnos de Granada, Andalucía y España. Ya dentro de la Abadía se colocaron las autoridades y resto de público. En el Presbiterio junto al altar mayor figuran el Heraldo de Castilla y el Heraldo de Granada. Un año más el templo se quedó pequeño.

La alcaldesa de Granada visita las Santas Cuevas

Ha sido la primera festividad de San Cecilio oficial para la nueva alcaldesa, Marifrán Carazo, aunque el año pasado ya asistió como consejera de Andalucía. Este año, además de por la corporación municipal, ha estado escoltada por su sucesora de Fomento en la Junta, Rocío Díaz, y por el delegado de Gobierno de la Junta en Granada, Antonio Granados. También por los diputados y senadores nacionales del PP Inmaculada Hernández y Carlos Rojas. La parte más curiosa de esta misa es cuando, en el ofertorio, las comisarias municipales, este año las ediles Elisa Campoy y Raquel Ruz, se acercan al altar a presentar un prendido de una flor natural y el estoraque, incienso en lágrimas en sus cajitas de orfebrería, que llevan inscrito “Granada honra a San Cecilio” y el año, con el que la Ciudad de Granada festeja al santo.

Al finalizar la misa se pudo besar la reliquia del patrón, presente en la celebración. Una vez terminado, se produjo la visita de las autoridades a las Santas Cuevas, donde depositaron la ofrenda floral.

No faltaron los trajes tradicionales y la alegría entre los asistentes

A las puertas de la Abadía, tres jóvenes de la hermandad del Cristo de los Gitanos aprovechaban la oportunidad para vender rosarios, estampitas y calendarios y así hacer un poco de recaudación. Por otra parte, grupos de turistas que hablaban todos los idiomas imaginables se sorprendían por la alta afluencia de gente, y preguntaban a los locales qué se celebraba tan lejos del centro de la ciudad.

Tras los actos protocolarios llegó la parte festiva. La explanada se quedó pequeña un año más, y como es costumbre, no hubo viandas para todos. Las colas eran interminables e incluso subían la cuesta hacia la Abadía. La gente también se agolpaba alrededor del escenario para ver las actuaciones de los grupos de coros y danzas, y las barras no daban a basto.

La tradición habla de que hoy hay que comer habas y salaíllas, pero como no a todos gusta, la gente peregrinó con sus bocadillos, tortillas de patatas, tuppers de carne empanada, ensalada, y algunos incluso arroz. Todo ello regado con mucha agua y cerveza para calmar la sed de un sol de justicia que, como suele ocurrir cada primer fin de semana de febrero, San Cecilio ha regalado a los granadinos.

Mantas, sillas, mesas, bocadillos y mucha bebida fueron los elementos usados contra el calor

Algunos bromeaban sobre la primaveral jornada y decían aprovechar la ocasión para pedir al santo que los próximos días sean de lluvia, un agua muy necesaria y demandada por muchos. Habrá que esperar a los próximos días para saber si las plegarias son cumplidas. Otros aprovecharon las altas temperaturas para lucir los colores del Granada CF y del Covirán Granada, ayudados porque este año la festividad de la mañana no ha coincidido con ningún partido. A buen seguro también habrán aprovechado para pedir al santo la permanencia en La Liga y en Liga Endesa de ambos equipos.

La celebración de este acto se remonta al año 1599, cuando la peste asolaba Granada, y salió por esa intercesión del santo, según se cuenta en la historia. Desde entonces la ciudad no falla a su patrón, y en este 2024 no ha sido una excepción.