Semana Santa

“Las mujeres salimos de costaleras porque la fe pesa igual para todos”

Costaleras de la cuadrilla femenina del Cristo del Trabajo del Zaidín. ARCHIVO (Granada Hoy)

Costaleras de la cuadrilla femenina del Cristo del Trabajo del Zaidín. ARCHIVO (Granada Hoy) / José Velasco, Jesús Jiménez, Francisco Neyra y Fermín Rodríguez | PS

El barrio del Zaidín albergó la primera cuadrilla de costaleras de Granada en el año 1987. La llegada de la mujer al mundo del costal supuso un revulsivo en la Semana Santa de la época. Fueron el germen de las demás cuadrillas femeninas, que se han ido creando a lo largo de los años. Hermandades como el Trabajo, los Ferroviarios, la Lanzada o los Estudiantes cuentan con amplios cuerpos de costaleras que adquieren fuerza cada año. Sin embargo, la mayoría de los pasos son portados por cuadrillas exclusivamente masculinas, siendo el principal impedimento de algunas costaleras que desean “poder portar a sus devociones”.

La joven costalera Cinthia García forma parte de la cuadrilla femenina de la Virgen del Amor y el Trabajo. Cada Viernes Santo, reza bajo las trabajaderas del paso de palio. A pesar de su juventud, ha sido costalera de un gran número de cuadrillas. Los comienzos en el Colegio Salesiano fueron sentando las bases de su trayectoria en el mundo del costal. Comenzó en cuadrillas infantiles, hasta que un capataz le dio la oportunidad de ser costalera de los Sagrados Corazones. Pronto pasaría a la Semana Santa, formando parte de la cuadrilla femenina del Cristo del Trabajo del Zaidín. “El mundo del costal ha cambiado mi vida, siempre va a haber alguien que se preocupe de ti bajo el paso” asegura la joven.

Su gran devoción es la Virgen de la Victoria, de la Hermandad de la Santa Cena. No ha tenido oportunidad de portarla ningún Domingo de Ramos, ya que la cuadrilla está integrada únicamente por hombres. No obstante, la Corporación realiza un traslado cada Cuaresma en el interior de la Iglesia de Santo Domingo, en el que la Virgen es portada por mujeres. “No me lo podía creer. Fueron pocos minutos, un recorrido muy corto, pero se me clavó muy dentro”, recuerda emocionada. “Cuando me preguntaron si quería portar a la Virgen, no me lo podía creer. Fue un sueño para mí”. Sin duda, uno de los momentos más emocionantes de toda su vida. 

Cinthia se olvida de todo cuando está bajo un paso. Siempre tiene presente a su familia, especialmente a su hermano, que la acompaña cada año tras el palio ferroviario. “Saber que mi hermano me acompaña, es lo más importante de mi vida” confiesa. La cooperación, la unión y el compromiso son algunos de los valores que le han aportado las cuadrillas. “Las mujeres salimos de costaleras porque la fe pesa igual para todos”

Se siente afortunada de haber tenido la oportunidad de haber portado a sus grandes devociones, pero recuerda que “en Granada deberíamos tener más oportunidades”. Su testimonio muestra el lado más humano de una trabajadera, que hermana a los costaleros con independencia de su género. Cierra los ojos y piensa en todos sus problemas, pero todo se queda fuera. Su esfuerzo cada Semana Santa son plegarias al cielo.

Ana Lucena también forma parte de la cuadrilla femenina de la Hermandad de los Ferroviarios, así como de la Hermandad de la Lanzada y la Virgen de la Paz de Monachil. Lo suyo también era un sueño. Desde la infancia, acompañó a su madre a cada ensayo. La oportunidad no tardaría en llegar, ya que a los catorce años, y ante la falta de suficientes costaleras, entró en la cuadrilla de la Virgen de la Paz junto a su madre. “Mi madre firmó para eximir a la Hermandad de toda responsabilidad, y por falta de gente entré en la cuadrilla” asegura.

El mundo del costal forma parte de su vida, siendo uno de los legados más importantes que ha heredado de su madre. Su gran experiencia le ha ayudado a conocer de primera mano muchas cuadrillas. “Aunque haya diferencias entre unas y otras, porque somos muchas y cada una tiene una forma distinta de pensar, vamos todas a una”. El compañerismo es uno de los valores que albergan las mujeres de cada cuadrilla. Todas, bajo una misma trabajadera que las iguala, profesan la misma devoción, sin distinciones. “Ser costalera, para mí, es una mezcla de sentimientos, amor, agradecimiento, valentía. Me acuerdo de los que no están”.

También Carmen comenzó a una temprana edad en el mundo del costal. A los dieciséis años, cuando todavía no había una edad mínima estipulada. Ha sido costalera de la Hermandad de los Sagrados Corazones, los Estudiantes, los Ferroviarios y la Lanzada, cofradía con la que mantiene una vinculación muy fuerte. “Tuve la suerte de que mi Hermandad fue pionera en contar con una cuadrilla de costaleras”. Confiesa que, desde pequeña, había despertado en ella un especial interés la costalería. “Siempre tuve inquietud por saber qué se sentía debajo de los pasos”.

Actualmente, es vocal de costaleras de la cuadrilla femenina de la Virgen de la Caridad, de la que destaca valores como el sacrificio, la honestidad y la humildad. “Es muy importante tener presente el compañerismo en todas las cuadrillas. Todo lo que hacemos debajo del paso repercute en el resto y es importante cuidarlo mucho”. Su testimonio refleja lo que para ella supone ser costalera, “una forma distinta de vivir la Semana Santa”. Asegura que las costaleras deben ser conscientes de la responsabilidad que supone su cargo. “Esto te tiene que gustar. Quienes únicamente lo consideran un acto de fe y no tienen esa inquietud por aprender y mejorar cada año, difícilmente pueden ser buenos bajo el paso”.

El vocal de costaleros y costaleras de la Hermandad Ferroviaria, José Chacón, sostiene que la cuadrilla femenina desempeña un papel fundamental en la vida de la Hermandad. “Gracias a la constancia, perseverancia, esfuerzo y valentía de cada costalera, hacen posible que la Virgen tenga cada Viernes Santo la salida que tanto se merece”. Una labor que no sólo se limita a la salida procesional, sino que se extiende durante todo el año, ya que “son  uno de los pilares más fuertes de la Corporación”.

Los testimonios varían, pero hay elementos comunes en cada una de las historias de superación. La unión férrea de las cuadrillas costaleras, junto al compromiso que mantienen desde su fundación, forjan las bases de una revolución que se mantiene en el tiempo. Ellas son el fiel reflejo de una sociedad que clama por la igualdad en todos los ámbitos. 

Colocarse el costal cada Semana Santa forma parte de un ritual, que trasciende de lo puramente tradicional. La ilusión motiva a las costaleras de la ciudad, que no descartan seguir creando nuevas cuadrillas. Su presencia en la Semana Santa supone un gran avance, que se debe ir cimentando con el paso de los años. Granada es, y será costalera.

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