Cabalgata de los reyes magos l crónica del desfile en la capital

Un respiro de magia e ilusión para abrir 2011

  • Los monarcas recorrieron la ciudad siguiendo el plan previsto y respondiendo con paciencia y buen humor a todas las peticiones de los niños y familias granadinos

Melchor, Gaspar y Baltasar cumplieron con su cita con los granadinos. Por lo pronto, la lluvia no impidió ayer por la tarde que los monarcas recorrieran la ciudad siguiendo el plan trazado, por lo que no se produjo ningún contratiempo que impidiera a sus Majestades realizar el tradicional reparto de regalos por todos los hogares granadinos.

El orden de aparición por la puerta del Centro Cultural Gran Capitán en dirección hacia la Plaza del Carmen, desde donde partieron para cubrir todas las rutas de reparto, es el que mandan los cánones. Sin embargo, el séquito que los acompaña ayer era tan numeroso y tiró tantos caramelos que algunos niños se despistaron y perdieron de vista el paso de algún monarca.

En primera fila y muy atentas al desfile estuvieron Laura Martín, María Rodríguez y Zoe Magán, tres amigas del colegio Gómez Moreno que vieron el desfile en la céntrica calle Gran Vía acompañadas por sus padres. Bueno, para María ayer fue el primer año que vio la cabalgata sin su madre. "Siempre vengo con ella pero como se ha roto una costilla he venido con los padres de mis amigas", explicaba la pequeña, de 8 años, la misma edad que Laura y un año menor que Zoe.

Aunque la rotura de costilla de su madre no impidió que María viera ayer la cabalgata si fue obstáculo para que cumpliera uno de sus deseos: participar en el desfile. "El año pasado le dije a mi madre que quería salir y ella me dijo que ya lo veríamos. Este, como está así, pues no ha podido ser, pero a mi me hubiese gustado salir en la carroza roja".

María hubiese elegido esa entre las 22 que participaron ayer en el recorrido, la de la Bailarina de las alas doradas, pero cada uno de los 210 niños que ayer salieron en la cabalgata se decantaron en una diferente. En total, entre niños y adultos, hubo más de mil personas que acompañaron a sus Majestades en un cortejo que estuvo organizado por la compañía municipal de teatro García Lorca. Su director, Miguel Serrano, iba con su walky-talky dando instrucciones a los pajes -a sus majestades no, claro, eso iría contra el protocolo- para que todo saliera perfecto. También se pudo ver walky-talky en mano al edil de Cultura supervisando cabalgata: Juan García Montero, vestido con ropa de sport, iba y venía entre las carrozas y las bandas de música.

Para Zoe, Laura y María tanto Serrano como García Montero pasaron desapercibidos entre los voluntarios de Protección Civil, Bomberos y Policía Local, así como otros voluntarios de paisano que acompañaron a los pajes, reinas y demás miembros del cortejo real.

Ellas estaban preparadas con sus bolsas en primera fila dispuestas para coger todos los caramelos que les fuera posible. "Yo lo de poner un paraguas boca bajo no lo veo, pero nosotras les pedimos a los de las carrozas, cogemos los del suelo y salimos incluso a mitad de la carretera para coger los que se quedan por allí", explicaba María.

Y dicho y hecho, porque las tres niñas no perdían tiempo ni oportunidad, por lo que sus padres tuvieron que llamarles la atención en más de un momento para evitar que los atropellara algún camello patilargo, alguna carroza tirada por una pequeña furgoneta o le dieran un bombazo algún músico de la banda.

Aunque eso era poco probable, porque las tres colegialas en cuanto escuchaban los sones de la música se ponían a dar palmas y a bailar inmediatamente. Incluso algunos adultos se arrancaron también cuando la banda que acompañaba a Baltasar, la de Jesús el Despojado, versionó el Waka Waka.

Aunque se ve que sus Majestades tenían prisa por iniciar el reparto porque hicieron el recorrido muy deprisa, y con la excepción de algún sustillo de algún pequeño no muy conforme con algún traje de época, niños y adultos se lo pasaron en grande gracias a un desfile muy interactivo. Aunque predominó la inspiración egipcia en ropajes y carrozas, hubo de todo: desde disfraces de Bob Esponja, toreros o pajes con rastas.

Juan Santiago Amaya, con sólo dos años, tuvo que ver el desfile a hombros de su abuelo pero no se perdió detalle. Algunos de los pajes reales o músicos de banda se acercaron especialmente para ponerle en su mano un caramelo. "Es muy pequeño y con los guantes él no puede coger ninguno", explicaba su padre, Juan Miguel Amaya, que a ratos también lo tenía en sus hombros. Según su carta a los Reyes, el padre esperaba que el año siguiente Juan vea la cabalgata con un nuevo hermanito.

Anoche, la más mágica del año, los reyes hicieron su reparto no sin antes haber dejado en las calles de Granada 15.000 kilos de caramelos para endulzar el cuerpo a los que hoy dejen carbón.

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