Montoro es uno de los futbolistas diferenciales del Granada. Ha sido calificado en más de una ocasión por Diego Martínez como el jugador franquicia de un equipo en el que es uno de sus capitanes.

La baja desde enero de Luis Milla, el centrocampista de la plantilla que se asemeja más a sus condiciones, ha hecho que recaiga sobre él mucha responsabilidad. Las lesiones, afortunadamente, le han respetado este curso, y ha llegado al tramo final del campeonato dispuesto a ofrecer su mejor versión. Hasta el partido contra el Betis.

Apenas se habían jugado diez minutos en el Benito Villamarín cuando el valenciano se rompió. Y no es arriesgado afirmar que no volverá a jugar más esta temporada.

Mala suerte

Corría en tareas defensivas para cerrar una carrera de Emerson cuando notó el pinchazo en la parte de atrás del muslo. Se fue al suelo porque no podía casi ni andar. El Betis lo vio pero no echó el balón fuera. Sólo se paró el juego cuando el esférico acabó en saque de esquina.

Fue avispado mientras se preparaba para entrar en el terreno Fede Vico y que su equipo no se quedara en inferioridad numérica. De hecho, no atendió al árbitro en sus indicaciones para que se retirara por la zona más cercana y le costó una tarjeta amarilla.

En los apenas diez minutos que estuvo sano en el campo, le dio tiempo a dar seis pases buenos sin error, a intentar sorprender a Claudio Bravo con una falta lanzada de forma directa casi desde su campo y a liderar los ataques de los suyos, con mucha participación en el juego.

Pero se lesionó. Y el Granada se quedó sin su guía, sin su brújula. En Heliópolis y en los tres encuentros que faltan de liga esta temporada.