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El Supremo brasileño suspende al presidente de la Cámara de Diputados

La medida cautelar que ayer suspendió el mandato del presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, Eduardo Cunha, eliminó al personaje más incómodo para Dilma Rousseff en la crisis brasileña. Cunha fue suspendido de sus funciones como diputado, y por tanto de la Presidencia de la Cámara Baja, por una decisión del juez Teori Zavascki, uno de los once miembros del Tribunal Supremo.

Cunha es el segundo en la línea sucesoria del Estado, pero habría podido subir la semana próxima al primer lugar si el Senado abre un juicio político a la presidenta -que en ese caso sería sustituida por el vicepresidente Michel Temer- en un proceso que abrió precisamente el propio Cunha. La Constitución brasileña le reserva al presidente de la Cámara de Diputados la potestad de aceptar una denuncia contra el jefe de Estado y eso hizo Cunha a fines del año pasado, cuando un grupo de juristas vinculado a la oposición acusó a Rousseff de unas maniobras fiscales irregulares en los años 2014 y 2015.

Cunha, del hasta entonces oficialista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que encabeza Temer, había anunciado unos meses antes su decisión de pasar a engrosar las filas opositoras y su apoyo a las fuerzas políticas que trabajaban por la destitución de Rousseff.

Sin embargo, unas graves acusaciones que lo implicaron de lleno en el caso de corrupción en Petrobras le hicieron perder puntos incluso entre los opositores, que en principio habían celebrado su adhesión pero luego tomaron una distancia prudente.

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