Año Lorca

Federico no llegó a la Residencia hasta... 1920

  • Quizá el 2020 pueda prestarse a la celebración específica de la larga relación que mantuvo el poeta con la institución, cuyo alojamiento se cumple el centenario en un año

Lorca en la Residencia de Estudiantes.

Lorca en la Residencia de Estudiantes. / Archivo Residencia de Estudiantes

No puede haber pasado desapercibido por la mayoría de los lectores de este periódico el hecho de que el año que corre haya sido denominado el año Lorca en Madrid. Cualquier aniversario es en teoría un buen pretexto para montar exposiciones y celebrar actos que difundan y exploren distintos aspectos de la obra del poeta y dramaturgo, y 2019 es, efectivamente, el centenario del año en que Lorca, por vez primera, pasó algunas temporadas -dos, ambas relativamente breves- en la capital.

Pero es aquí donde habría que poner los puntos sobre las íes, puesto que las imágenes populares de los sucesos del pasado raramente se ajustan exactamente a la realidad histórica. En el caso presente, mientras que Lorca sí gozó de dos estancias en Madrid en 1919, parece que casi nadie se da cuenta de que no llegó a ocupar una habitación en la Residencia hasta principios de 1920.

Veamos cómo podemos explicar los antecedentes de esta confusión y aclarar los hechos precisos. No existe ninguna duda o disputa sobre la primera de las dos visitas, que coincidió casi exactamente con el mes de mayo de 1919. El propósito principal fue el realizar la entrevista con Alberto Jiménez Fraud necesaria para conseguir una habitación en la Residencia; al mismo tiempo, Federico pudo conocer a unas de las figuras literarias más destacadas del momento y formular sus primeras impresiones de la animada vida cultural de la capital.

En su imprescindible libro sobre su amigo de juventud, José Mora Guarnido cuenta cómo durante su estancia Lorca se hospedó en la misma pensión donde vivía él, la de Juanita Sanz situada en la calle San Marcos, 36, 2º (Federico García Lorca y su mundo, 1958, pp. 116-120).

De allí el próximo paso fue el envío, por parte de la Residencia, de una carta al padre de Federico, fechada el 22 de julio, donde se comunicaba la buena noticia de que a partir del 1 de octubre su hijo disponía de una habitación, una de lujo (de a 7 pesetas), y además la condición de que si no llegara a ocuparla en dicha fecha, tendría que pagar la suma de 1.25 pts. por cada día que pasase (la carta en facsímil se halla en Manuel Fernández-Montesinos, Federico García Lorca en la Residencia de Estudiantes, 1991, s. p.).

Todos los registros de la Residencia desaparecieron con la Guerra Civil, y así era natural que, faltándole pruebas en contra, un biógrafo como Ian Gibson asumiera que tal plan se habría cumplido, como efectivamente nos da a entender en su libro fundamental (Federico García Lorca, vol. I: De Fuente Vaqueros a Nueva York (1898-1929), 1985, p. 255). Y este es el momento, más o menos, en el que esta versión de los sucesos empieza a aceptarse y generalizarse; después, con la llegada del internet, se ha repetido automáticamente centenares si no miles de veces.

Tal situación se me representó de modo vívido el pasado domingo, cuando en una breve visita a Chinchón aproveché la oportunidad para entrar en la exposición itinerante titulada Un poeta en Madrid. Centenario de la llegada de Federico García Lorca a la ciudad. En uno de los textos explicativos colgados en la pared de la sala se ofrecía la fecha del otoño de 1919 como la de su ingreso en la Residencia, y como justificante para tal afirmación los autores anónimos citaban el texto de un telegrama: "Estoy residencia contentísimo abrazos incalculables Federico".

A primera vista, todo parece bien, incluso irrefutable, pero es aquí en realidad donde empiezan los problemas. La fuente de dicha cita tiene que ser las Obras de Lorca editadas por Miguel García-Posada (vol. VI, Prosa 2: Epistolario, 1994, p. 1187), donde el insigne y muy lamentado crítico conjeturaba que el telegrama pudiera corresponder al octubre de 1919. Unos años después, Christopher Maurer y yo, al preparar nuestro Epistolario completo lorquiano (Cátedra, 1997, p. 213), descartamos esta hipótesis y preferimos otra que situaría el documento en noviembre de 1923, por razones que se expondrán en el resto de este escrito. El origen de la incertidumbre es muy sencillo: el telegrama lleva matasellos, pero es completamente ilegible.

Una epidemia de gripe

Ahora bien, Gibson fecha correctamente la vuelta de Lorca a Madrid en las "últimas semanas de noviembre" de 1919 (p. 255). Desgraciadamente, no sabemos cuál fue el motivo para este retraso. Encargado por Gregorio Martínez Sierra, Lorca había empezado a escribir El maleficio de la mariposa, y es posible que pueda haber querido seguir trabajando tranquilamente en su drama en Granada. Una causa más plausible es la epidemia de gripe, muy extendida en aquel entonces, y el comprensible deseo por parte de sus padres de no exponerlo a mayores riesgos en la capital.

Las fuentes documentales sobre los movimientos de Lorca durante esta temporada son escasas, como ya hemos podido comprobar con el caso del telegrama de fecha problemática, pero sí existen dos cartas que resuelven muchas de las dudas, si no todas ellas.

Desde Granada, con fecha del 16 o 17 de noviembre, Lorca escribió a su amigo el guitarrista y compositor Ángel Barrios, comentándole los sucesos recientes y sus planes (Epistolario completo, p. 62). Manuel Ángeles Ortiz estaba a punto de casarse con Paquita Alarcón (la boda se celebró el día 19), e inmediatamente después ellos se marcharían a Madrid. El mismo Lorca los seguiría unos días más tarde, el 23 o 24. Y así fue, pero al llegar no fue a vivir en la Residencia, como antes estaba previsto. No sabemos cuáles fueron las circunstancias exactas: si al retrasarse tanto, Federico había perdido la reserva de la habitación, o si, al decidir aplazar su llegada, la familia canceló la reserva para no tener que pagar esa "multa" acumulada por una habitación vacía.

El padre de Federico lo acompañó en el viaje, y una vez que su hijo estuviera instalado, volvió a Granada (Epistolario completo, p. 63, n. 131). Pero, ¿dónde estaba instalado? Una carta a sus padres, escrita en papel con el membrete de la Granja El Henar y algo posterior al 9 de diciembre, nos brinda buenas pistas. Lorca se refiere al estreno de Granada mía, sainete de José María Granada con música de Barrios, ocurrido en el teatro Apolo el día 9, que ha sido un gran éxito. También comenta a la familia que "en la casa estoy bastante bien, Ángel Barrios es muy simpático y muy cariñoso" (Epistolario completo, p. 64), y al mismo tiempo prevé el futuro cercano: "Una vez que yo esté tranquilo en mi Residencia con mi cuartito silencioso y mis libros queridos" (p. 63).

Si ya estuviera alojado Lorca allí no podría haberse expresado de esta manera, por lo que todo indica que estaba hospedado en la misma pensión en la que vivía Barrios, un establecimiento en la calle del Espejo, según nos informa Antonina Rodrigo (Memoria de Granada: Manuel Ángeles Ortiz, Federico García Lorca, 1984, p. 166).

Efectivamente, los amigos granadinos desempeñarían un papel importante durante esta segunda estancia, puesto que Lorca pasó mucho de su tiempo con los recién casados Manuel y Paquita en el estudio que el pintor había alquilado, y allí compuso -o, mejor dicho, rehízo- buena parte de El maleficio de la mariposa (Rodrigo, Memoria de Granada, pp. 202-203).

Tras pasar las Navidades y el Año Nuevo con su familia en Granada, de nuevo Lorca tardaría algo en volver a la capital, a pesar de las reclamaciones cada vez más urgentes de Martínez Sierra tocantes al texto de El maleficio. Pero esta vez Federico sí ocupó una habitación en la Residencia, llegando allí en febrero de 1920.

Este pequeño rompecabezas y su solución tal vez sirvan de estímulo para observaciones de más amplio alcance. La aceptación irreflexiva de "ideas recibidas", sobre todo cuando vienen "confirmadas" por muchas menciones en la red, a menudo puede inducir a error. Y ahora que tenemos 2019 establecido como el año aniversario de Lorca en Madrid, quizá el 2020 pueda prestarse a la celebración específica de la larga relación que mantuvo Federico con la Residencia de Estudiantes, ese lugar tan anhelado y luego tan productivo y disfrutado.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios