Crónica

'Carmina Burana', una orgía musical con el sello de la Fura

'Carmina Burana', una orgía musical con el sello de la Fura.

'Carmina Burana', una orgía musical con el sello de la Fura. / José Velasco/ Photographerssport (Granada)

Casi todos los espectadores que llenan desde el viernes hasta este domingo el Palacio de Congresos de Granada pueden clasificarse en tres tipos: los que acuden para escuchar Carmina Burana; los que van para ver un montaje de la Fura dels Baus y los que acompañan a amigos y familiares de los otros dos grupos. Y es que la versión que la compañía catalana ofrece de la obra que Carl Orff se ha convertido en un clásico de la escena tanto por su célebre música como por la impactante versión en la que se envuelve con eso que se ha venido a llamar "lenguaje furero". Y es que la Fura siempre es sinónimo de excentricidad, innovación, adaptación, ritmo, evolución y transgresión. Esa esencia tan propia y única que la llevó a ser pionera en sus propuestas escénicas desde los años 80 y que una vez más vuelven a demostrar. 

La Fura dels Baus tomó en 2009 la célebre composición de Orff –inconfundible O fortuna– para confeccionar un espectáculo cuyo éxito le ha llevado a ser la escenificación de Carmina Burana más representada de la historia. Para ello cuenta con sus típicas instalaciones. En este caso un gran cilindro de tela de 10 metros de diámetro envuelve a la orquesta mientras que las sugerentes imágenes proyectadas sobre él ilustrarán la obra de principio a fin: luna gigante, el deshielo o un éxtasis floral. También hay una grúa para que canten los intérpretes elevados sobre el público o un tanque en el que evoluciona el personaje que arroja agua sobre los espectadores. Además, la obra cuenta con esa característica estética que camina por la afilada línea entre la espectacularidad y la morbosidad. El resultado es un montaje que perdurará en la memoria del espectador durante mucho tiempo. Y para corroborar su triunfo hay más datos: ha pasado por más de tres continentes y ya ha sorprendido a más de 350.000 espectadores antes de aterrizar en Granada procedente de los llenos de Sevilla en el mes de octubre. 

Una de las imágenes proyectadas en el cilindro central. Una de las imágenes proyectadas en el cilindro central.

Una de las imágenes proyectadas en el cilindro central. / José Velasco/ Photographerssport (Granada)

A pesar de ese tono sombrío con el que a veces se ha buscado impactar en anteriores obras de la Fura, en este caso la apuesta ideada por Carlus Padrissa  invita a a disfrutar de forma muy sensorial de todos los placeres que la vida es capaz de ofrecer. Por eso, el recorrido por la propuesta escénica de esta Carmina Burna tiene que realizarse con los cinco sentidos.

Y es que el fundador de La Fura dels Baus toma los poemas de los goliardos y la música que sobre ellos compuso Carl Orff entre 1935 y 1936 para desplegar todo un homenaje visual y sonoro a la felicidad de vivir, un tributo a la exaltación de los placeres cotidianos de la bebida, la comida y el sexo. 

Los Goliardos fue un grupo de monjes errantes que vivía de manera nómada por Europa a lo largo del siglo XIII. Estos clérigos eran grandes aficionados a la escritura. Una pasión que provocó que esbozaran textos y poemas en los que –de una manera poco ortodoxa para los cánones eclesiásticos– animaban a romper con las reglas establecidas. Unos escritos que quedaron resguardados –o escondidos– en la biblioteca de la Abadia de Benediktbeuern, en Baviera, durante más de 600 años.

El original Carmina Burana es una colección de poemas de estos monjes escritos en los siglos XII y XIII que se han conservado en un único códice encontrado en 1803 por Johann Christoph von Aretin en la citada abadía, y que actualmente se conserva en la Biblioteca Estatal de Baviera en Múnich. El códice recoge un total de 300 poemas escritos en su mayoría en latín, alemán y francés. En estos textos se ensalza el placer por vivir y el interés por los placeres terrenales, por el amor carnal y por el goce de la naturaleza, "todas esas cosas prohibidas en aquella época de las que hablaron los goliardos" tal y como explicaba a a ese medio la propia soprano de la obra, Hevia Cardeña. Aunque más que el texto en sí, "lo que tiene más fuerza es la música".  "Cuando la gente escucha el O fortuna puede pensar que es música de ahora", comenta sobre una de las piezas más populares de la obra que Carl Orff basándose en 24 poemas del códice original

Todo ello lo lleva al director (uno de los responsables del espectacular montaje de los Juegos Olímpicos de Barcelona) a la realidad escénica con su reconocida imaginación y sabiduría para combinar los efectos de luz, color y movimientos escénicos. Además con una perfecta sincronización y armonización con la música y el texto de cada momento, consiguiendo así un todo orgánico arropado por una iluminación soberbia.

En lo musical, César Belda dirige a un conjunto instrumental con firme sentido del ritmo y de los cambios de dinámicas que caracterizan a Carl Orff. Él es también el responsable de las piezas corales iniciales escritas al estilo maestro alemán para que el conjunto forme un todo orgánico. Brillante es el resultado sonoro conseguido y el equilibrio logrado con el coro y las voces solistas, como la de la propia Cardeña. Un coro, dicho sea de paso, de voces muy empastadas y con gran soltura escénica. 

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