Fernando de Villena, poeta y escritor

Fernando de Villena: "El amor es la médula del universo"

Fernando de Villena presenta su última novela: ' Cuatro casos de Damián Cubero'

Fernando de Villena presenta su última novela: ' Cuatro casos de Damián Cubero' / Anónimo (Granada)

-Sorprende que Damián sea un anticuario y que además ya no disfrute mucho de estar rodeado de antigüedades. El marco del primer caso, homónimo su profesión, lo acerca más a una suerte de Indiana Jones que a un detective al uso, ¿qué hay detrás de esa decisión?

-Mi hermano es anticuario y yo mismo me he movido desde muy joven en el ámbito de los anticuarios y las librerías de lance. El mundo de las antigüedades resulta fascinante, pues todas nos hablan del pasado, pero también el presente, la vida y su pálpito nos llama. De ahí que el protagonista de mi libro oscile entre el ayer y el hoy.

-¿Por qué son tan importantes los viajes y la itinerancia en los casos de Damián? Tienen un marcado papel protagonista en cada historia.

-Los personajes de todas mis novelas cruzan países y continentes, tiempos y espacios, perseguidos por una inquietud interior que tal vez sea la mía propia y que puede bien expresarse con estas palabras del conde de Villamediana: “Buscando siempre lo que nunca hallo/No me puedo sufrir a mí conmigo”. Además, la narrativa actual debe ser muy ágil pues compite con el cine y la televisión.

-La relación entre Damián y Tabita se ve muy elaborada, con mucho esmero y mimo, ¿por qué tanta atención a su desarrollo?

-El amor es la médula del universo. Cada mañana, al despertarme, asisto al cortejo de un mirlo a su pareja. Me parece muy hermoso, todo un símbolo de cuanto mueve este planeta. ¿Qué novela puede prescindir del amor? En la narrativa, siempre hay que infundir vida y verdad a los personajes y yo siempre lo intento.

-La novela de detectives es un género que ha dado mucho que hablar en los últimos tiempos, y nunca ha dejado de engendrar obras de alto calibre dentro de su marco. ¿De dónde toman la inspiración las tramas en las que se ven envueltos estos dos investigadores?

-Durante toda mi existencia he sido un voraz lector y conozco muy bien la tradición de la narrativa detectivesca desde Poe hasta nuestros días, pero a veces la realidad supera a la ficción. A ello habría que sumar la imaginación. Todo novelista, pues, necesita una formación lectora muy sólida, una mirada atentísima a cuanto le rodea y una buena capacidad de inventiva.

-A la hora de hablar de las ciudades que los protagonistas visitan, la narración se centra más en los pequeños detalles, en las formas y patrones de sus gentes, antes que en las descripciones grandilocuentes y la ensoñación turística, algo de lo que pecan otras muchas novelas de aventuras. ¿A qué se debe?

-He sido un gran viajero y los años y la experiencia me han enseñado a reparar en aquello que la gente no ve (esto es propio de la condición de poeta y yo, además de narrador, soy poeta). Por ejemplo: visito las ciudades más emblemáticas a las horas en las que se encuentran vacías para captar mejor su alma. Pasear por Venecia a las cinco de la madrugada te ofrece la sensación de que la ciudad es sólo tuya.

- La conexión entre España y América es patente en prácticamente cada página. Incluso los registros y modismos son marcados en los personajes del continente sudamericano, lo que indica un profundo conocimiento de sus culturas y maneras. ¿De dónde viene este profundo conocimiento?

-Para conocerse en profundidad, un español precisa visitar Hispanoamérica por lo menos una vez en su existencia. Allí dejamos mucho de lo mejor de la esencia española. El lenguajede aquel continente resulta mucho más rico; las gentes son mucho más educadas. También los sudamericanos tendrían que venir a España al menos una vez para entender sus raíces. América constituyó a menudo el refugio de los españoles malquistos en su país y, de igual modo, gentes de los países hispanoamericanos encontraron a lo largo de los siglos refugio en España. Ese trasvase vivifica y da sentido a los de acá y a los de allá y yo he tratado siempre de reflejarlo, como en el caso de mi obra “Mundos cruzados”.

-En el último capítulo se introduce un juego quijotesco muy interesante, cuando a Damián le insisten en la lectura de la Vida de fray Ignacio de Priego contada por él mismo y, en el capítulo a continuación, aparece inserto dicho texto. Sumado eso a las muchas referencias al siglo de Oro y al propio Cervantes que se dan en la novela, ¿se trata de algún tipo de tributo?

-Rara es la noche en la que antes de dormir no releo una o dos páginas del Quijote. Tenemos la gran suerte de que la mejor novela de todos los tiempos se escribiera aquí y con ella siempre se aprende. En nuestros siglos de Oro, el lenguaje, incluido el del vulgo, llegó a poseer una brillantez y una plasticidad increíbles. Nada que ver con el léxico pobre y previsible de nuestros días en la península. Por suerte, en Hispanoamérica no sucede otro tanto, aunque la nefasta fiebre de los anglicismos llega a todas partes.

-Por último, una fácil: ¿qué es lo que más se disfruta de escribir un libro como el de Cuatro casos de Damián Cubero?

-Escribir un libro de esta índole representa un verdadero placer. Es como contarte a ti mismo la historia que te hubiera gustado escuchar y aún no estaba escrita. La vida en muchos casos, demasiados momentos, se convierte en tediosa, pero la literatura nos abre la posibilidad de engendrar otras vidas más intensas.

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