Arte en Granada

Marta Beltrán, un escenario de imposibles

Marta Beltrán expone una selección de piezas en Madrid.

Marta Beltrán expone una selección de piezas en Madrid. / R. G. (Granada)

En este universo artístico de igualdades, de planteamientos correlativos a una línea impuesta o tenida como canónica, en una práctica de aventuras lineales, donde casi todo se parece a casi todo, con intentos, la mayoría, fallidos por quedarse sólo en burdas experimentaciones sin fundamento plástico, se echa de menos actuaciones sensatas y llenas de rigor. Porque, estoy seguro de ello, lo que le falta a la creación contemporánea es mayor rigurosidad, verdad y sentido y a la que le sobra mucha cohetería, efectismos y veleidades que sólo satisfacen a posiciones espurias de santones con ganas de mucho protagonismo y poca enjundia artística. Todo esto se viene contemplando desde hace tiempo, asistiéndose a manifestaciones que, como mínimo, dejan el espíritu con muchas dudas, infinitas inquietudes y todas las incógnitas del mundo. Lo artístico, la plástica, el ejercicio de la forma, creo, es algo más que conceptos, que ideas en el aire y que brindis al sol sin ejecuciones tangibles. La mal llamada Modernidad, el sentido de lo nuevo, no tendrá su total fundamento artístico si sólo se plantean filosofías etéreas y postulados teóricos sin gestos concretos entendibles sin necesidad de prospectos identificativos ni manuales de instrucciones. Sobre todo porque a la mayoría de los consumidores, poco afectos a tales dialécticas, no se les convence y todo queda en simples manifiestos que se pierden en un limbo incomprensible. Una pregunta surge al hilo del discurso: ¿sirve para algo tales formulaciones imposibles, aparte de para satisfacer a egos de dudoso y verdadero espíritu artístico? La historia lo dirá, pero la realidad inmediata lo pone muy en duda a juzgar por las absolutas deserciones ante tal tipo de circunstancias. El arte de elitismos, la realidad suscrita en las nebulosas o los ejercicios de nula ejecución formal, por ahora, tienen escasa audiencia. Veremos qué puede ocurrir. Nos tememos lo peor.

El arte nuevo, la plástica contemporánea de verdad, tiene, no obstante, muchas posiciones y buenas argumentaciones. Sólo hay que saber transmitir y, sobre todo, hacerlas, mínimamente, asequibles. Marta Beltrán lo hace. Ella es, de verdad, artista de su tiempo, Y lo es porque suscribe una pintura de estructura nueva, de registros posicionados en relatos cercanos, comprensibles, de los que interesan y, además, realizados con solvencia creativa, con esquemas que se ven y se sienten, no que se adivinan o se quieren hacer llegar sin forma, sólo con mensajes subliminales de algo carente de verdad artística. Marta Beltrán es joven granadina de las que han salido de la Facultad de Bellas Artes con ese bagaje importante que permite afrontar cualquier situación por difícil que esta fuere. Posee un lenguaje personal, con decantaciones hacia posturas que no son habituales en el sistema artístico al uso. No es pintora de ofertas ilustrativas ni de representaciones de las que se encuentran en los circuitos normales. Ella, desde posiciones muy concretas, las del dibujo narrativo, nos sitúa en los planteamientos descriptivos sacados del cine, del cómic, de los mass media, para crear un espacio escénico que argumenta una realidad bien sustentada artísticamente y generadora de situaciones muy acertadamente descritas. Además desarrolla conceptos con la mujer como realidad conceptual. Ya lo escribí en cierta ocasión refiriéndome a la artista granadina: 'Marta Beltrán crea un estamento ilustrativo que abre las perspectivas de un universo donde lo femenino desentraña lugares que, dentro de su propio sentido de irrealidad, nos acerca, sin embargo, a los parámetros de un contexto claramente definido para subrayar su posición de género'.

El espacio

Ahora, su obra llega hasta Puxagallery, la galería madrilena de la calle Santa Teresa, compartiendo espacio con tres artistas, la ovetense Sandra Paula Fernández, la madrileña Mar Solís y la argentina Florencia de Titta, que elevan la figura femenina a posiciones de poder con la visión transgresora de una realidad abierta, donde todo es susceptible de generar una intencionalidad concreta con la mujer como motor impulsor.

La obra de Marta Beltrán que se expone en Madrid plantea escenas provenientes del proyecto 'Detrás de la escena', que la artista granadina trabaja generando un espacio de carácter cinematográfico donde lo real y lo ficticio diluyen sus fronteras hasta participar de una realidad inconexa patrocinada por mujeres, que sustituyen los roles que tradicionalmente desarrollaban los hombres, Plásticamente el dibujo formaliza un poder estructural máximo. Una línea gráfica muy bien constituida genera un relato donde un sistema representativo capta la atención componiendo situaciones imposibles de absoluta inquietud.

Marta Beltrán se nos vuelve a presentar con una obra diferente en un universo de muchas igualdades. Su obra se nos antoja tremendamente personal, nos retrotrae a aquellos escenarios del cómic tradicional puestos al día en una nueva realidad interpretativa, con el poder de la mujer manejando estructuras que se abren a un futuro de perspectivas inquietantes y, quizás, irrealizables.

El dibujo de Marta Beltrán marca nuevas vías en un sistema artístico con demasiados esquemas igualatorios. Bienvenido sea a una plástica necesitada de buenas proposiciones

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