josé abad. escritor

"Un samurái sería hoy un desahuciado más del sistema"

  • El autor presenta 'El acero y la seda', un libro de cuatro relatos ambientados en el Japón feudal que indaga en la soledad del héroe

José Abad reflexiona acerca de la ofensa y la venganza, el honor y el coraje, la lucha contra los otros y contra uno mismo, los lazos del amor y la crueldad del destino. Todo esto lo ha condensado en El acero y la seda (Traspiés), cuatro relatos protagonizados por samuráis ilustrados por José Ruanco. "Me quedo con ese individualismo radical de estos guerreros, hay detrás toda una ética que tendría vigencia a día de hoy para combatir todo el egoísmo que lleva aparejado la defensa del individualismo", señala el autor.

-¿Qué hace uno de Granada escribiendo sobre el Japón feudal y con los samuráis como protagonistas?

-Es un mundo potencialmente muy novelesco, me atrae como lector y como cinéfilo porque la influencia decisiva es el cine de Kurosawa o la narrativa de Mishima. Este ambiente me ofrecía un mundo lleno de peripecias novelescas y, al mismo tiempo, un código ético muy diferente al nuestro. El estoicismo y el existencialismo a la oriental me parecen fascinantes.

-Sin embargo, la historiografía moderna descompone esta imagen idílica y presenta a a los samuráis como tiránicos señores feudales...

-La labor de la historiografía es decir la verdad, la obligación del narrador es hacer ficción a través de un contexto histórico. Los samuráis reales, seguramente, tenían poco que ver con los míos. Pero yo cojo lo que me interesa para construir mi discurso, me quedo con su aura legendaria, su soledad como personaje heroico que no tiene parangón, quizás sólo en el mundo del western , y la capacidad de valerse por sí mismo.

-¿Un samurái, en el siglo XXI, estaría condenado a la insignificancia social?

-Sería un desahuciado más del sistema. El individuo debe de tener unos valores que, a lo mejor, sólo se puede aplicar a sí mismo porque entraríamos en terrenos dogmáticos. Por eso, lo fascinante del mundo del samurái es que esta ética no tiene funciones doctrinarias, la elige el individuo para él mismo, no la impone para otro.

-Ha apuntado las relaciones entre el western y el mundo de los samuráis, dos universos que en la ficción giran en torno a la épica...

-Me interesa muchísimo la épica, creo que nace por nacer en la época en la que nací. En las escuelas franquistas se nos hablaba siempre de hazañas, de conquistas, de héroes... Tenía una profesora de Historia que se pasaba las horas hablando de nuestras hazañas imperiales. Lo que pasa es que, conociendo a nuestro 'dictatorcito' con esa voz aflautada, todo eso me parecía muy risible. Todo ese sembró en mí el gusto por la épica, lo que inevitablemente me llevó también al western. La épica del western sigue siendo muy patriotera, nunca falta la bandera, pero en el cine de Kurosawa esto no está presente.

-¿Los protagonistas de 'Grupo salvaje' participan también de este código pese a ser una suerte de forajidos?

-Son cuatro samuráis que se venden al mejor postor. Uno de los axiomas del samurái es vivir cada día como si fuera el último. Es la falta de egoísmo, por eso se enfrentan a una muerte segura sin aspavientos.

-El 'Alatriste' de Pérez-Reverte tiene muchas similitudes con ese universo heroico, lleno de estoicismo. ¿Quizás le viene por, como usted, haber estudiado en las aulas presididas por un crucifijo?

-Es una forma de entender el heroísmo que chocaría con la concepción que tenemos del héroe en la actualidad. El héroe dominante es el que es capaz de todo y nadie le hace ni un rasguño. Pero hay una tradición en la que el héroe no las tiene todas consigo. En Grupo salvaje hacen lo que hacen al final, aunque no pueden salir de rositas.

-Todo esto refleja un cierto gusto por la estética del perdedor. ¿En la cultura actual sólo tienen cabida los ganadores sin fisuras?

-Los samuráis son unos perdedores, hay una nobleza en el fracaso. La épica japonesa ensalza más la derrota que la victoria, hay toda una imaginería y una estética en torno a la derrota que no existe en ningún otro lado. En la cultura japonesa, el perdedor tiene un aura noble, pierde por haber defendido lo que cree, y esto no es así en el mundo occidental. Los personajes de mis historias son todos perdedores.

-Sin embargo, el libro de cabecera de muchos 'yupies' es 'El arte de la guerra' de Sun Tzu...

-Son lecturas parciales e interesadas que se quedan con la espumilla, con la idea de que tienes que saber manejar la espada y cortarle el cuello al contrario. Pero no contemplan los capítulos finales en los que dice que, si el adversario es mejor, quizás quien merezca perder la cabeza seas tú. Ahí no llegan los lectores de El arte de la guerra que viven en Wall Street.

-En una edición para 'yupies' omiten este epílogo...

-Es como El príncipe de Maquiavelo, que ha sido expurgado para que tenga una aplicación de puro arribismo al mundo de la finanzas, perdiendo la carga ética que existe en el libro. Maquiavelo insiste en que el gobernante debe proporcionar la mayor seguridad a los ciudadanos, pero se quedan sólo con lo que el fin justifica los medios, algo que por cierto nunca dijo Maquiavelo. Yo mismo hago una lectura interesada del pasado, hay una historiografía que saca a la luz los aspectos más desagradables de los samuráis, pero yo me quedo con los elementos más constructivos. Mi intención es enriquecer a las personas, otros lo harán para enriquecer las cuentas corrientes de quién sé yo. A mí me interesa el individuo que, en mitad de la vorágine, no quiere perder unos valores que lo dignifican ante sus propios ojos, porque sólo tiene que rendirse cuentas a sí mismo.

-¿Qué diferencia hay entre un héroe y un antihéroe?

-Posiblemente yo nombre como héroes a lo que otros llamarían antihéroes. Para mí no tienen los éxitos del héroe convencional, pero tienen una dignidad y una ética que, para mí, debe tener una figura heroica.

-Su ideal de héroe gira en torno al estoicismo, una palabra desacreditada en la sociedad moderna...

-Es la diferencia entre ética y moral, yo me quedo con los valores que el individuo elige para sí, pero en cuanto estos valores se intentan imponer a los demás ya estamos hablando de dogmas, algo que no me interesa para nada.

-¿Cómo traslada a una página en blanco la narrativa de Kurosawa en el cine?

-A través de la poesía. Toda época lleva consigo una estética. Mishima tiene una forma de narrar transparente, limpia, permeable a la poesía sin dejar de ser prosa, con una atención al paisaje, la búsqueda continua de metáforas...

-Ángel Olgoso, en el prólogo, dice que sus textos breves "ocupan más lugar en la memoria que en el papel". ¿A qué se debe el boom de los relatos breves?

-Cada vez hay menos tiempo para leer, es una evolución natural de la narrativa, pero también responde a que ahora queremos lecturas de 20 minutos. Aunque se quiere vender la imagen de Granada como ciudad de poesía, se ignora, creo que de forma interesada, el peso de los narradores. Es más prudente lo de 'Granada, ciudad de la literatura', hemos tenido escritores de la talla de Francisco Ayala.

-Hay que dignificar la literatura p ara llevar al cuarto de baño?

-Hombre, no te vas a llevar Los pilares de la tierra al wáter.

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