Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

Anestesiados

¿Cómo es posible que la sociedad española asista impasible ante la lúgubre realidad que se cierne sobre ella

Vivo con estupor los últimos acontecimientos que se están sucediendo en España respecto a la posibilidad de que el prófugo Puigdemont y quienes colaboraron con él en el golpe de Estado puedan obtener una inconstitucional amnistía y un inconstitucional referéndum de independencia como precio que debemos pagar 48 millones de españoles para que una sola persona siga en el poder.

La foto de Yolanda Díaz con Puigdemont es un hecho de tal gravedad y sin precedentes que ya hay algunas asociaciones y particulares que se han querellado contra la vicepresidenta en funciones.

Pero, dejando a un lado el análisis jurídico de los espeluznantes acontecimientos que se están sucediendo y se sucederán en las próximas semanas, quiero centrarme en el aspecto sociológico de la cuestión.

¿Cómo es posible que la sociedad española asista impasible ante la lúgubre realidad que se cierne sobre España? ¿Tan anestesiados estamos los españoles como para tolerar una crisis territorial, institucional, jurídica y democrática de proporciones inusitadas?

A la hora de votar, a muchos españoles finalmente les han dado igual los indultos a los independentistas, las nefastas consecuencias de la ley del sí es sí, y otros múltiples quebrantamientos de la división de poderes y del Estado de Derecho, pero ¿les dará también igual que los pilares fundamentales de nuestra democracia se dinamiten?

A vista de los acontecimientos y de la pasividad que se percibe, creo que la respuesta es que sí.

Los franceses salen a la calle por cuestiones por las que aquí la gente ni se movería de la silla del bar, ni levantaría la vista del televisor durante una retransmisión de fútbol ¿Creen posible ver a un ministro francés, alemán o británico reunirse con un prófugo de la justicia con luz y taquígrafos para negociar la investidura de su presidente? Impensable. Además, esas sociedades nunca tolerarían tal osadía y afrenta a sus democracias.

Pero aquí estamos anestesiados. Nuestro grado de permisividad no conoce límites. En España, por norma, se vive bastante bien, y se ve que la gente no quiere preocuparse por cuestiones trascendentales que, aunque no lo calibren, finalmente van a redundar negativamente en su bienestar y a crear graves desigualdades reales y un conflicto territorial con preocupante desenlace.

Apelo a todos los españoles a mostrar tolerancia cero a lo que está sucediendo en España, como pasaría en Francia, Alemania o Inglaterra. Si tenemos tolerancia cero a este pacto, nadie se atreverá a llegar tan lejos, porque el poder ciudadano es imparable. Dejemos de estar anestesiados y salvaguardemos ya nuestro Estado de Derecho.

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