Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

Annunakis

Los granadinos tenemos la obligación de ser los valedores de la verdad histórica, de nuestra cultura

No sé si conocen la teoría de los alienígenas ancestrales que supuestamente llegaron a la Tierra procedentes del planeta Nibiru para afincarse en Mesopotamia y acelerar la evolución del Neanderthal al Homo Sapiens aportando su propia genética extraterrestre, pero sólo para los elegidos. Esta extravagante teoría interplanetaria de los anunnakis, que conforma seres con genética VIP y no VIP, me recuerda bastante al catalanazismo que se propaga con naturalidad progre y sin reproche alguno.

Colón -y su "hijo" Erasmo de Róterdam, según los catalanazis ancestrales- Cervantes, Da Vinci, Shakespeare, Marco Polo, Hernán Cortés, Pizarro, el Bosco,…, todos los grandes de la Humanidad fueron anunnakis del fantasioso nacionalismo catalán -sólo nos queda Jesucristo-. Lo perverso de este mensaje es que empieza como un globo sonda y termina en los libros de texto adoctrinando a los escolares desde la infancia.

Con un plantel más exiguo de genios usurpados, pero igual de burdo y falaz, el también fantasioso nacionalismo andaluz tiene sus propios anunnakis, liderados por su anunnaki supremo, Blas Infante, padre separatista de la falsa patria andaluza, que, pese a sus delirantes textos, ha sido artificialmente convertido en símbolo de una nación que ni existe ni jamás existirá. Matraca infantiana con la que también se intenta lobotomizar a nuestros escolares, porque, si se mantiene esa estructura falsaria, se mantiene el mendaz engaño ancestral de la existencia inmemorial de Andalucía y con él sus inmundas poltronas.

Para Granada y sus territorios históricos la mitificación de esta gran mentira, al más puro estilo anunnaki, está provocando una aculturación popular y un desconocimiento de buena parte de la realidad histórica de nuestra tierra, diferenciada de la de Andalucía, así como el abandono del propio patrimonio cultural y etnográfico para adoptar como referentes propios patrones culturales procedentes del "sevillanismo".

Urge evitar que las pertrechadas huestes del andalucismo imaginario aplasten a los disidentes de sus delirantes construcciones teórico-políticas, máxime demostrado ya con creces el fracaso del gran engaño autonómico andaluz y el desastre de la inclusión de Granada en ese fallido e inconstitucional experimento.

Los granadinos tenemos la obligación de ser los valedores de la verdad histórica, de nuestra cultura y del reequilibrio territorial para nuestra tierra. Los valedores de un Granadexit ganado a pulso por Andalucía, y ninguna tiranía ideológica infantiana -a lo anunnaki- amordazará jamás el sentir de nuestro pueblo, desdeñado, agraviado y postergado.

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