Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Cayetana, sublime

Existe el prejuicio de que los buenos han de ser bellos y los malos, feos. Eso solo pasa en las películas

Cayetana, Abascal, Sánchez, Irene Montero y Arrimadas son, objetivamente, seres bellos, aunque a Sánchez es al que mejor le caen los vaqueros. Los blancos que lució Cayetana en sus explosivas declaraciones a las puertas del Congreso, se parecen a unos míos que compré en el Primark, aunque quizá los suyos sean de Loewe para arriba. Siendo guapos, sin embargo, hay quien los encuentra feos, horrorosos, asquerosos, vomitivos, espantosos. Según la ideología. Ética y Estética enfrentadas. Existe el prejuicio de que los buenos han de ser bellos y los malos, feos. Imagino lo que tienen que estar sufriendo personas progres, como mi amigo Pánfilo, a las que Cayetana les resulta atractiva, cuando tendrían que encontrarla más fea que Picio. Lo que me ha escrito sobre ella, no lo comentaré; lo dejaré a la libre interpretación de los lectores: "Siento por Cayetana", se me sincera, "una pasión incoercible, al ser yo de pueblo, las niñas finas de capital siempre me encandilaron. Pero, más que nada, es su cuello. ¡Qué bien le tienen que sentar a la puñetera los jerséis de cuello de cisne! Y yo, que tengo el guajerro -así le llamamos al cuello en Cenes- corto como el mentido robador de Europa, eso lo valoro por encima de todas las cosas". Cuando Pánfilo se pone cursivo o esdrújulo, siempre busca captar mi benevolencia. Y exagera alguno de sus deméritos. En este caso, se creyó obligado a achacar a su "acomplejado componente cateto" el haber utilizado la expresión gongorina mentido robador de Europa, en lugar de decir, simplemente, que él es cuellicorto como lo fue Zeus cuando se transformó en toro para raptar a la princesa Europa. Los malos no son siempre feos. No olvidemos que los bellezones de la SS se cargaban sin motivo, y a modo de juego, a cualquiera. Hay una categoría que está por encima de lo bello: lo sublime. Pienso que el placer que le puede provocar a Pánfilo la vista de Cayetana tiene que ver con esa categoría. Le doy la palabra al filósofo Cassirer para que se lo explique a mi amigo y a todos nosotros: "Lo sublime no se puede describir como mero placer sino que es la expresión de una afección muy distinta, de un deleite peculiar que no excluye lo espantoso y terrible, pues más bien lo reclama y acoge". Así pues, Cayetana puede ser a la vez adorable y repulsiva. Sublime.

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