Hace unos días tuve ocasión de analizar con algunas personas expertas el hecho de que muy pocos jóvenes probablemente van a poder trabajar en lo que han estudiado; pudimos valorar también el desafío que este asunto supone en un contexto de cambios tecnológicos disruptivos para el actual sistema productivo.

Y es que, aunque la previsión actual nos dice que en breve puede haber millones de empleos que quedarán obsoletos, se abre la oportunidad de nuevos empleos en tareas en las que el ser humano va a convivir con el trabajo de diversas máquinas gracias al auge de la inteligencia artificial y la digitalización.

Pero esta oportunidad es, también, un reto que para ser superado va a requerir la articulación de una acción específica por parte de las instituciones educativas y por parte del Gobierno, los empresarios y los sindicatos.

Sabemos que, siendo muy importante disponer de la mejor formación posible en el caso de los actuales alumnos que se preparan para culminar sus estudios e incorporarse a una profesión en el mercado laboral, tan o más importante es asegurar una adaptación de aquellos millones de trabajadores cuyas tareas profesionales se ven afectadas por las innovaciones tecnológicas; y es esta adaptación la que requiere un esfuerzo formativo que implica a Gobierno, empresarios y sindicatos.

Es más que probable que nos podemos estar enfrentando a una nueva revolución tecnológica, ante la cual conviene saber adaptar nuestros procesos productivos con la mejor cualificación posible del conjunto de trabajadores. La concertación social es imprescindible para el objetivo de ganar este desafío. Y en esta acción concertada tiene que incorporarse la universidad española con las miras más amplias posibles.

La formación universitaria (también en el ámbito de la formación profesional) tiene que abrirse más aún a nuevas metodologías, a una estrecha colaboración con el mundo de la empresa y a la mejor y más transparente evaluación de sus tareas por parte de la sociedad. Nos va en ello buena parte de nuestro futuro y el de nuestro bienestar social.