La colmena

Magdalena Trillo

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El 2-D en Granada: los 'decididos indecisos' deciden

Dejando a un lado a los fieles y a los convencidos de carné, el dilema de las elecciones andaluzas es compartido: tenemos claro que vamos a ir a votar, pero ¿a quién? 

No es un juego de palabras: es el escenario que se dibuja para Granada en el arranque de la campaña electoral. La clave del 2-D, en nuestra provincia y en buena parte de Andalucía, está en los llamados "decididos indecisos", esa importante porción del electorado que tiene claro que irá a votar pero aún no ha pensado qué papeleta meterá en la urna.

Y no es ninguna obviedad porque la verdadera batalla que se anticipa para las autonómicas de dentro de dos semanas, esa primera vuelta que se disputan todas las fuerzas políticas de cara a las municipales de mayo de 2019 y las generales que el Gobierno de Pedro Sánchez se ha propuesto situar en 2020, no es la de la intensa jornada que se vivirá el domingo sino la que empezará el lunes cuando los partidos se tengan que poner a negociar.

No hay ninguna encuesta, ni siquiera las internas de los partidos que estratégicamente se deforman buscando la movilización y el optimismo de la tropa, que no vislumbre un complejo y fragmentado arco parlamentario con una posición de liderazgo del PSOE que hablaría de victoria pero no (necesariamente) de gobierno. Los socialistas serían la fuerza más votada -se blindarían en el primer puesto como ha ocurrido en diez de las once convocatorias que se han celebrado desde 1982- pero alejados tanto de esa mayoría absoluta que en cuatro décadas de democracia ha sido sinónimo de estabilidad para convertirse ahora en una utopía electoral como de esa "mayoría suficiente" que Susana Díaz ha recuperado de la campaña de hace tres años ligándola a la ocurrente y maleable idea de la "banda ancha".

El PSOE arranca la campaña electoral en Granada El PSOE arranca la campaña electoral en Granada

El PSOE arranca la campaña electoral en Granada / G.H.

El matiz importa porque, justamente, pone el foco en el día después. En los pactos. En la amenaza que suponen los dos partidos que se disputan el liderazgo de la derecha y pueden arrebatar el gobierno al PSOE y, consecuentemente, en la necesidad de enterrar la enquistada animadversión hacia su dos posibles socios naturales: IU y Podemos. Un escenario inédito donde la fuga de votos, conectada a la decisiva bolsa de indecisos, acabará determinando el sentido final del cambio.

El 2-D habrá cambio aunque el PSOE siga en San Telmo: la mayoría absoluta es una utopía y será obligado pactar

Y es que habrá cambio aunque siga gobernando el PSOE. Es otra de las aparentes contradicciones del 2-D. Y viene determinada por una decisión de pragmatismo electoral -la alianza de IU y Podemos para intentar sumar en escaños incluso en el caso de que no aumenten significativamente en votos-, un replanteamiento de posición en Ciudadanos -el partido naranja no volverá a facilitar investiduras sin entrar a gobernar y ya ha advertido que habrá "cambio" con un solo escaño de más que sume el centroderecha- y un golpe de realidad y humildad en el PP para facilitar el cambio (casi) a cualquier precio -hasta el punto de no descartar ni que sea Cs quien lo encabece-.

Son al menos los puntos de partida que los cuatro principales candidatos a la Presidencia de la Junta -Susana Díaz, Juanma Moreno, Juan Marín y el tándem de Teresa Rodríguez con Antonio Maíllo- han lanzado en la precampaña y están visibilizando en las primeras horas de la cuenta atrás.

Si miramos la fotografía de las elecciones de 2015, el bipartidismo resistía en Granada con 5 parlamentarios para el PSOE y 4 para el PP mientras que los otros 4 escaños se los repartían Podemos (2), IU (1) y Ciudadanos (1). Lo que ahora se plantea, prácticamente en todas las provincias y a nivel regional, son dos bloques bien definidos con la derecha más fragmentada que nunca disputándose el voto conservador y, vuelta a las paradojas, la izquierda más unida que nunca peleando por el voto progresista. A la derecha de la derecha, no sólo está la incógnita de si Vox logra suficientes respaldos para irrumpir en el Parlamento sino también hasta qué punto marcará el debilitamiento del PP.

Porque si el PSOE tiene que lidiar tapando la fuga de votos hacia la izquierda con Adelante Andalucía y hacia el centroderecha con Ciudadanos, el PP está en una situación similar intentando minimizar el movimiento de sus (ya no tan fieles) votantes hacia Vox y, como en el caso socialista, hacia la formación naranja. Justamente, de la intensidad de estas fluctuaciones dependerá el crecimiento del partido de Albert Rivera en Andalucía y la caída -incluso debacle cayendo a la cuarta posición- que las encuestas que empiezan a publicarse dan al PP de Pablo Casado.

Una última paradoja: el fantasma del sorpasso se ha ido desvaneciendo en la izquierda para instalarse con fuerza en la derecha. El sondeo del CIS apuntaba, por ejemplo, un escenario casi de tragedia para el PP en Granada: sería la última fuerza política en estimación de voto dejando los apoyos en la provincia a la mitad mientras Ciudadanos cumpliría las expectativas de crecimiento como partido de moda y los socialistas apuntalaban su bastión.

Pero, ¡cuidado!, que son todo estimaciones. No perdamos de perspectiva que los decididos indecisos deciden. Y, de momento, están indecisos. Muy indecisos.

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