Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Grotesco espectáculo

Los presidentes autonómicos deben exigir a Sánchez los honores de Estado otorgados a Torra

La España esperpéntica, que llevo comentando hace tiempo, sigue con sus grotescos episodios para deleite de unos pocos y vergüenza generalizada. El último, por ahora, es el carnavalesco recibimiento dado por Sánchez a un simple presidente autonómico, representante sólo de menos de la mitad de los catalanes y su voluminoso séquito, como si fuese el jefe de un estado extranjero. Importa poco que lo calificara, recientemente, de racista o supremacista, y que el independentista hablara de España como Estado represor, antidemocrático y otras lindezas. Ahora reciba honores de un futuro representante de la hipotética república catalana, cuya pretensión mantienen en el inicio de la llamada 'mesa de diálogo', con los temas básicos, no ocultados por Torra, de autodeterminación y amnistía. Sánchez ha sido obligado a sentarse a la mesa por exigencia de ERC, con cuya abstención no sólo dependen los presupuestos del Estado -el jueves se dio el primer paso aprobando el 'techo de gasto'-, sino la continuidad en sus cargos de Sánchez, Iglesias y toda la corte anexa al ejercicio del poder.

Ya sabemos que a don Pedro le preocupa poco la factura que tenga que pagar, porque tiene una panoplia amplísima de principios que puede cambiar en horas y, además, carece del sentido de la vergüenza ni la humillación. Por si fuera poco, el panorama de la comedia es claro: la única oposición está en una derecha desunida, descentrada y con impresentables arrebatos en sus extremos, mientras tiene el apoyo del grupo de su coaligado Pablo y de la llamada 'tercera España', integrada por nacionalistas e independentistas catalanes, vascos, gallegos, etc. Con ellos, aceptando sus exigencias, tiene asegurada la legislatura y, además, no sólo podría aprobar los presupuestos, sino alguna ley fundamental, como la reforma del Código Penal para beneficiar a los sentenciados por graves delitos contra el Estado. En el comunicado conjunto se menciona el respeto a las leyes, pero no se alude a la Constitución, enemiga acérrima de los representantes secesionistas.

Sánchez, en sus cambiantes principios, de Groucho, le importa un bledo la igualdad de los españoles, argumentando la rica diversidad que nadie discute. Pero esto es una falacia. Los socialistas no deberían admitir categorías entre los españolitos, según en donde hayan nacido. Por ejemplo, ya se hacen distinción en los recibimientos de los presidentes autonómicos que deberían exigir a Sánchez los honores de Estado otorgados a Torra y sus huestes, con presidente -el vice estaba enfermo-, y cuatro ministros acogiendo a la delegación 'extranjera', según el grotesco espectáculo ofrecido esta semana. Lo malo es que tenían que cometer delitos, ellos o sus correligionarios, para ser recibidos con tal parafernalia.

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