Inmortales

Pepe Domingo alcanzó la inmortalidad de repente, sorprendiendo a todos sus compañeros que le lloran

Era un dicho común para los medios de comunicación tradicionales, digamos la prensa en papel que tiene usted entre sus manos, que las portadas de las noticias sensacionales de hoy valían para envolver el pescado del día siguiente; pues imaginen en la actualidad cuando puede que usted me esté leyendo no en el papel, más bien en la pantalla de su ordenador o de su móvil y que al unísono le estén llegando las últimas noticias no de ayer sino de hace diez minutos o menos y desde el último rincón del planeta. Este es el mundo que nos toca vivir y no vale bajarse. Estas ideas me vinieron a la mente cuando en la mañana del domingo, al mirar mi móvil, la primera noticia que me encontré fue el fallecimiento de un gran comunicador, José Domingo Castaño Solar. Pepe Domingo es ya inmortal pensé.

En esa enorme vorágine que es el mundo de la comunicación, cada vez más hambriento, el anuncio de su muerte y su recuerdo llenó toda la programación deportiva de su cadena y referencias en las cadena competidoras, en las que también trabajó y fraguó su enorme prestigio y buen hacer. Difícilmente se podrá encontrar otra persona con tan amplia trayectoria y con tal capacidad de hacer radio o televisión. Quizás en mi memoria tan solo la figura, aún vivo pero retirado, de José María García, siempre ligado al fútbol, pueda igualarlo.

Pepe Domingo siempre me asombró por su capacidad polifacética, resultaba ser aquel presentador de 300 millones, programa que me resultaba insoportable en mi juventud; aquel cantante de canciones ñoñas, para mi gusto; y también aquel locutor de radio que te convencía de comprar lo mismo unos zapatos que no necesitabas, unos puritos que no ibas a fumarte o una desbrozadora para un jardín que nunca tendrías, y entre medias te cantaba un gol de tu equipo o del contrario y te recitaba unas lindas poesías cuando el domingo se agotaba y te ibas a la cama para una nueva semana de trabajo.

Alcanzó la inmortalidad de repente, sorprendiendo a todos sus compañeros que le lloran y dejando a muchos, quizás a todos, sin un referente de comunicación pausada en este mundo en que lo de ayer es prehistoria y lo de hoy casi pasado.

Hoy, ya martes, me acuerdo de tantos inmortales que nos dejan, y de todos los que somos mortales y pasaremos a la inmortalidad en el recuerdo de los que nos quieren. Y a Pepe Domingo lo quería mucha gente. Vale.

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