En estos días de vacaciones, vuelvo a recordar la Acequia Gorda a su paso por el Paseo de las Palmas, el rumor de sus aguas serenas, llenas de vida, su encanto desconocido e inesperado para el caminante, las casas con pasarela sobre la acequia, los pequeños rincones pintorescos que surgen junto al suave murmullo del agua.

Y es que el Consistorio granadino quiere sepultar bajo cemento y asfalto lo poco que queda ya de la Acequia Gorda.

Llora al-Saqiya al-Kubra, porque, tras mil años de esplendor, vas a desaparecer en la noche de los tiempos. Lloremos también los granadinos porque nos van a amputar parte de nuestra Historia y de nuestro Patrimonio Cultural y Natural.

Lloremos además por la indolencia de nuestros dirigentes, que priman cemento y asfalto sobre historia, belleza y naturaleza, que embovedan ríos y acequias sin pesadumbre mientras en otras ciudades se recuperan.

El dios cemento reina en Granada, nada importa la calidad ni la antigüedad de sus rivales, y muy pocas veces es vencido… A la vista están los desmanes que, desde el desarrollismo, se vienen cometiendo en Granada.

Pero los granadinos no podemos seguir llorando, debemos ponernos en marcha para evitar que otro desmán más se materialice en nuestra ciudad, no podemos permitir que nuestra acequia milenaria desaparezca para gusto de coches, motos y políticos desalmados e indolentes. Da igual que estuviese previsto por el anterior equipo municipal, es obligación del nuevo Consistorio parar este atropello.

Si nuestros representantes no tienen sensibilidad ni intención de proteger muchos de los tesoros de nuestro Patrimonio y su entorno, tendremos que ser una vez más los ciudadanos los que actuemos para parar esta nueva e injusta tropelía.

Luchemos pues unidos para que mil años de historia no desaparezcan despiadadamente sepultados, exterioricemos nuestra repulsa a semejante desmán, manifestémosnos, impidamos que se entierre definitivamente nuestra Acequia Gorda.

Los granadinos queremos que nuestros representantes defiendan a Granada y sus joyas históricas, pero si no lo hacen, deberemos hacerlo nosotros. Pero no es que no defiendan muchos de nuestros tesoros, es que directamente son quienes los destruyen, y los ciudadanos estamos ya hastiados de tanta destrucción de nuestro paisaje urbano, de los arboricidios continuados, de las talas masivas, de las construcciones impactantes en entornos inadecuados, de una Granada tan poco amable como la que desgraciadamente han creado.

Granada es Alhambra y es Albaicín, pero también es esos humildes y encantadores lugares que nos evocan logros del pasado y emociones ancestrales.

No llores más al-Saqiya al-Kubra, los granadinos no permitiremos que fenezcas sepultada.

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