Marcas blancas

Especialmente preocupante es la situación de los sectores de población más jóvenes

La subida de precios en los productos básicos como consecuencia (sobre todo) del encarecimiento de la energía eléctrica y los carburantes, ha cambiado los hábitos de consumo de la ciudadanía. Buscando ahorros, muchas familias consumen marcas blancas para tratar de conseguir llegar a fin de mes, en un contexto en el que cada vez es más difícil alcanzar este objetivo.

Antes de la pandemia, el consumo de marcas blancas estaba en el 25% del total de ventas. Ahora está en el 43%. Es un indicador indirecto de las dificultades económicas de una buena parte de la población española y es algo que debe llevarnos a la reflexión.

En algunas ocasiones he llamado la atención en esta tribuna de la gran paradoja que vivimos desde hace años en una sociedad en la que hay una enorme abundancia de casi todo y, sin embargo, hay cada vez más grupos de población que tienen que adquirir hábitos propios de las situaciones de pobreza, porque muchas familias y muchas personas, ni trabajando, llegan a fin de mes.

Y creo que este tipo de situaciones son un caldo de cultivo que puede terminar deteriorando seriamente la credibilidad del modelo social, económico y político en el que se asienta nuestra sociedad. Es, además, algo que afecta de manera generalizada al conjunto de países de nuestro entorno. Situaciones de precariedad incrustadas ampliamente en sociedades de la abundancia.

Especialmente preocupante es la situación en los sectores de población más jóvenes, entre los que hay porcentajes altos de ellos que se sitúan en la precariedad incluso aunque sus profesiones sean de alta cualificación. Si a ello se une la incertidumbre sobre el futuro que caracteriza nuestra vida cotidiana desde la enorme crisis económica de 2008 jalonada por los recortes, la pandemia o la guerra de Ucrania, podemos ver un panorama bastante complejo, cuando menos.

El consumo de marcas blancas se manifiesta así como un síntoma de un mal mayor al que conviene prestar mucha mas atención de la que se le está prestando. Si queremos que nuestra sociedad en los próximos 20 o 30 años sea una sociedad fuerte y cohesionada y con buenos niveles de bienestar, no debemos descuidar la búsqueda de soluciones a los problemas estructurales que nos afectan. Quizás vamos tarde.

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