El sistema educativo es un elemento esencial para el progreso y la cohesión de una sociedad moderna; la calidad de la enseñanza y el enfoque que tenga el sistema pueden o no contribuir a la competitividad de un país y a la calidad de valores sociales favorables a la equidad, la democracia, la convivencia y el progreso social.

En la actualidad vivimos en un momento lleno de desafíos globales en los que tiene una enorme importancia trabajar para que nuestra sociedad afronte los mismos como una oportunidad para mejorar todos esos valores y conseguir que España se sitúe a la cabeza en un futuro próximo. Y en esa aspiración, la necesaria reforma del sistema educativo es un requisito imprescindible que interpela a gobiernos, grupos políticos y sindicatos.

Desde este punto de vista, llama la atención la respuesta dada por un amplio colectivo de docentes a una iniciativa de el diario El País que en el ámbito de su Foro de Educación ha pedido opiniones sobre las necesidades urgentes del sistema educativo español. Así, con un enorme sentido de la responsabilidad y un indudable conocimiento de la realidad actual, los docentes proponen un pacto por la educación que asegure una visión estratégica actualizada y orientada a ganar los desafíos de futuro.

En este sentido, mi opinión es que uno de los retos que tenemos en España para conseguir un gran acuerdo de esta naturaleza consiste en superar la postura constante por parte de algunos de hacer que la enseñanza (en los aspectos de tipo confesional) sea un instrumento al servicio de una religión: la religión católica.

Esto incluye las presiones por conseguir privilegios al sector de la enseñanza concertada. Un elemento clave de ese pacto tiene que ser una aconfesionalidad real y tangible.

Otras cuestiones planteadas por los docentes como una mayor autonomía profesional, bajar las ratios, mejorar la formación continua del profesorado, renovar la docencia rebajando burocracia y aumentando nuevos temas como cambio climático, repensar y redefinir los espacios o dotar de apoyo cualificado a los centros (trabajadores sociales) y mejorar la financiación, son de enorme calado y de urgente necesidad.

La educación es un pilar esencial para una sociedad decente. Y es por eso que resulta urgente avanzar desde el acuerdo en la reforma estructural que necesita nuestra enseñanza. Es de esperar que en la hoja de ruta que estamos obligados a transitar para una España de excelencia, la reforma de la educación sea una realidad y cuente con los docentes, con los padres y madres y (por supuesto), con los estudiantes.

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