Ayer se celebró nuestra Constitución, y hoy hago un paréntesis en mi mitológico olimpo andaluz para reivindicar el legítimo derecho constitucional de Granada y sus territorios históricos a constituirse en autonomía propia, en base a la habilitación de sus artículos 2, 143 y 144. Artículos plenamente vigentes que permiten la constitución de nuevas comunidades autónomas por un procedimiento preciso, por más que se manipule la STC 100/1984, que lo permite con absoluta claridad para provincias con entidad regional histórica, habilitando que los territorios que reúnan provincias limítrofes con características históricas, culturales y económicas comunes, y que las provincias con entidad regional histórica, puedan acceder a su autogobierno y constituirse en comunidad autónoma. ZP intentó sin éxito eliminar el 143 y sus juristas vasallos se afanan en falacias jurídicas, fabulando sobre que está agotado -salvo, cómo no, Navarra, para quien rige sine die para que se integre en el País Vasco-.
Además, la autonomía andaluza parte de una premisa escandalosamente falsa: que se aprobase en referéndum la iniciativa para crearla. En el BOE de 13-5-1980 se comprueba que en dicho referéndum se rechazó la ratificación de esa iniciativa autonómica prevista en el artículo 151.1 CE, ya que en Almería sólo el 42,31% dijo sí, frente al 57,69 % que votó no o en blanco. Impugnadas las votaciones en Granada, Almería y Jaén, se validaron votos de muertos, incapaces y sobres con 2 y 3 papeletas en la bochornosa ST de 12-4-1980 de la AT de Granada. Pero hubo más mentiras para consumar la falacia de Andalucía. En el BOE de 24-12-1980 la LO 13/1980 anula la voluntad popular soberana de quienes mayoritariamente rechazaron la creación de dicha comunidad. Su artículo único confirma el pucherazo.
Tan "democrática y constitucional" comenzaba esta falaz autonomía que sólo nos ha traído desigualdad territorial y el olvido más infame. Mendaz estructura erigida para mantener sillones abonando el falso mito de Andalucía, a la que nunca perteneció Granada.
No hubo criterios de identidad regional histórica, cultural y económica común al crear las comunidades, sólo intereses partidistas, de ahí su fracaso territorial. No es casual que Granada y León sean los únicos reinos del escudo de España sin comunidad autónoma. Es imparable que las regiones maltratadas por el arbitrario proceso autonómico decidan su futuro territorial, dentro de España y la CE.
A Granada, como reino histórico de España, con diez siglos de historia autónoma, le ampara el derecho constitucional a ser CA. La verdad histórica y jurídica ampara el Granadexit. No es independentismo ni nostalgia nazarí, es realidad desde 1012.
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