En este recorrido por nuestra angustiosa relación con las Administraciones desde que dictatorialmente nos obligan a utilizar e-portales, e-DNIs, e-cl@ves, e-firmas, e-registros, metaversos…, hoy vamos a centrarnos en un aspecto de esta relación cada vez más inalcanzable, y que, cuando se alcanza, puede manifestarse de forma desagradable. Y digo puede porque es de justicia reconocer que no siempre es así, pero que, con que sólo ocurra una vez, es intolerable. Me refiero a las complicadas y/o imposibles relaciones Administración-administrados y funcionarios-administrados.

El artículo 13.e) de la LPAC nos otorga a los ciudadanos el derecho "a ser tratados con respeto y deferencia por las autoridades y empleados públicos, que habrán de facilitarles el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de sus obligaciones". Pero, habiendo descendido la calidad de la atención al público a su mínimo histórico tras la despótica implantación de la Administración electrónica, ¿dónde quedan el respeto y la deferencia si sólo tratamos con ordenadores y con contestadores automáticos porque nadie nos atiende?

Es desolador ver cómo las Administraciones, que tienen obligación de servirnos a los ciudadanos, nos desprecian cada vez más y nos apartan cada vez con más intensidad de nuestros derechos para convertirnos en números electrónicos que ni conocen ni les importan, al tiempo que aumentan las trabas para atendernos.

Verjas, vigilantes como armarios, arcos de seguridad, rayos X, escaneos del DNI, mascarillas, geles, mamparas, y, por supuesto, cita previa electrónica, son todos los obstáculos que tenemos que superar para que finalmente lleguemos a la meta, a que nos atienda un funcionario personalmente.

Este logro casi imposible, que a los ciudadanos nos alegra, cuando sucede puede convertirse en frustrante, porque no sólo las relaciones Administración-administrados son ya imposibles, sino que también lo son las relaciones funcionarios-administrados.

Y es que, tras superar todos esos impedimentos, te encuentras con funcionarios en guardia porque no has usado la e-Administración, y, si quieres que te atiendan, la primera regla es hacerte el tonto, porque, si demuestras conocimientos, puede aflorar una soberbia funcionarial contraria al respeto y deferencia mencionados. Pero la psicología funcionarial -digna de un manual especializado- nos indica además otras reglas obligatorias: ser servil, dar las gracias ininterrumpidamente, sonreír continuamente, aguantar el tirón, y esperar que todo vaya bien, porque si no, despídete de que te den sus datos -obligados por el artículo 53.b) LPAC-, y también de ver felizmente resuelto tu problema.

Tenemos que enfrentarnos decididamente al binomio de relaciones imposibles Administración-funcionarios, si no, cada vez seremos más esclavos, más siervos, dominados y oprimidos. La semana próxima, más Administración…

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