Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Republicano, siempre

Aunque los Borbones fueran buenos, en el buen sentido de la palabra 'bueno', seguiría siendo republicano

Proliferan estos días los ataques a la Monarquía y a sus miembros, en activo, abdicados y eméritos sexuales. Acumulan los republicanos denuncias innúmeras de comportamientos irregulares, si no delictivos, de los miembros de esta rareza constitucional que es, en pleno siglo XXI, la Monarquía. De ser ciertas las denuncias, los Borbones son malos, en el peor sentido de la palabra malo. Me importan tres pitos los escándalos de los Borbones. Aunque Juan Carlos fuera un monógamo empedernido, y pobre de solemnidad, Felipe VI, sólo cabo verde de la marina, y no Capitán General de las Fuerzas Armadas, Letizia, becaria de algún periódico, al par que reina consorte; y las niñas, ¡tan bonicas!, no supieran una papa de catalán, vasco o gallego, yo seguiría siendo republicano. Y me resulta patética la pulsión acumulativa de algunos coleccionistas de vicios reales, esperando que, en algún momento, la cantidad, propicie un salto cualitativo. Aunque se cambiara la Constitución y se convocara un referéndum sobre la forma del Estado, ¿están seguros los republicanos de ganarlo? ¿La señora mayor que, ayer, buscaba unos zapatos de plata quebrada para asistir a la primera comunión de su nieta, votaría a favor de la República? ¿Qué votarían los habitantes de domicilios adornados con la bandera de España y la de su club? ¿Imaginan los votos que obtendría Letizia si, en plena campaña, la Reina comulgase en la Almudena, como ya hizo antes, o cambiase de blusa en tres visitas a hospitales o se recogiese el pelo en un precioso moño o repitiese humildemente un vestido en algún sarao para no aparecer gastosas o ella, plebeya, pusiera en su sitio a su suegra o ignorase al que parece ser el mayor portador de carga vírica, en la familia. ¿Cuántos sufragios obtendrían las infantas, tan rubias, tan transparentes, si vertiesen alguna lágrima en público que fuese interpretada por los votantes como expresión de la pena de las chicas ante un posible exilio indecoroso? ¿Imaginan votando que sí a la república a caballistas de feria, frascuelos de la torería, cazadores de perdiz y conejo, ocupantes de esos yates de la emergencia que son las carretas del Rocío? La trágica degradación de la res publica, a manos de políticos electos, tan patente en las actuales circunstancias, no augura un futuro viable para el hermoso ideal republicano.

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