El periscopio

León Lasa

"Salvo alguna cosa" (y un Jaguar)

EL estercolero en el que, desgraciadamente, nos movemos, exige, como se ha oído en los medios estos días, que se abran todas las ventanas de la vida política para que, si no es una quimera, se depuren responsabilidades, se castigue a los rinconetes y cortadillos del siglo XXI y se les expulse de las instituciones. También requeriría la condena social: que sus vecinos de urbanización en La Moraleja, en Baqueira o en Sotogrande, los trataran como apestados, les retiraran el saludo y les recriminaran una y otra vez sus mangazos, como le pasó a Bárcenas hace poco en la estación pirenaica (“dame un sobrecito”, le gritaban en el garaje unos pijos con ganas de guasa). Ya sabemos que de una u otra manera evitarán entrar en el trullo; que los delitos prescribirán; que si no es así, para eso está el indulto, o lo que sea. Pero, al menos, digo, condenarlos socialmente, que los restringidos grupos sociales y económicos a los que han accedido a través del atajo en que se ha convertido la política los ignoren, los eviten. Este país no se merece (o quizá sí) tener una ministra que señaló hace años que no se había enterado de que su entonces marido poseía un Jaguar, que conducía asiduamente, y que le había sido regalado, según El Mundo, por la trama Gürtel. O que, según el mismo periódico, recibió de esa trama regalos, viajes, etc. “Todo es falso, salvo algunas cosas”, ha manifestado Rajoy. O, “los ovnis no existen, salvo en algunos casos”. Delirante, Mariano.

Pero en un nación que, como en Uganda o en el Zaire, las castas políticas están dominadas por clanes familiares cuyos apellidos y vínculos se repiten hasta el hartazgo, donde imputados por corrupción siguen cobrando de sus partidos, o en el que detienen por blanqueo de dinero al hijo de quien dirigió más de 20 años la principal organización empresarial, en un país así, de vez en vez surgen propuestas que alabar. Como la que realizó esta semana el presidente extremeño: listas electorales abiertas en Extremadura en 2015 a través de la correspondiente reforma de la ley electoral regional. Magnífico. A ver si de una vez por todas algo empieza a cambiar en ese sentido, y los ciudadanos pueden elegir a quien (más o menos) les apetezca, sin que se nos imponga desde el aparato del partido que sea. Estos, entonces, serían libres de colocar –es la expresión acertada– en las listas a quienes quisieran, imputados o condenados por meter la mano (varias docenas en las últimas elecciones): los ciudadanos también lo serían de decantarse por quienes consideraran oportuno. Aunque, objetarán algunos, en el Senado hay listas abiertas... ¡y elegían a Bárcenas!

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