Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

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Sánchez, errores y horrores

La esperpéntica figura del 'relator' con Cataluña abre una tormenta política que fractura al PSOE

Rechazo los calificativos de "traidor", "felón" y otros insultos que le ha dedicado Casado al presidente Sánchez por aceptar la esperpéntica figura del 'relator' para el diálogo entre el Gobierno de Madrid y el de la Generalitat. Pero esas descalificaciones no ocultan que eso pedía Torra, en sus 21 exigencias, entre ellas el referéndum de independencia, otro para abolir la monarquía, saltarse decisiones judiciales y barbaridades varias que le presentó en Barcelona cuando el jefe del Gobierno español se le ocurrió la costosa idea de celebrar un consejo de ministros en la capital catalana. El 'relator', según los independentistas, tendría que ser internacional para mediar en conflictos entre dos 'naciones' distintas -que es lo que contempla la ONU en la figura aceptada por el Gobierno- y, por lo tanto, asumir el concepto es un error político monumental de Sánchez, en estos momentos a punto de abrirse el proceso judicial contra los golpistas catalanes que insisten en internacionalizar el tema. Sí estoy de acuerdo con el enfado y estupefacción que ha causado en destacados representantes del socialismo, a los que me sumo, porque el PSOE -un partido clave en la democracia española- no puede bailar al ritmo que le marquen los independentistas, a los que el ambicioso don Pedro les debe su honroso puesto. No todo vale para mantenerse en el poder, le han recordado figuras socialistas, como debería hacerlo la izquierda no nacionalista y los progresistas, en vez de dejar la defensa de la unidad española, en su rica variedad, sólo en la derecha, con sus extremos incluidos.

No creo que la manifestación oportunista, pero legítima, que mañana se ha convocado en Madrid haga recapacitar a Sánchez sobre sus errores y las humillaciones que si bien él es capaz de soportar personalmente, al resto de los ciudadanos españoles -incluyendo a los catalanes no secesionistas- les resultan nauseabundas. Diálogo sí, pero con los límites que no aceptan los soberanistas: Constitución, independencia del poder judicial, democracia como totalidad, no como totalitarismo, base de las ideas racistas y excluyentes de Torra-Puigdemont, la extrema derecha del independentismo catalán.

A Carmen Calvo le ha tocado la imposible y torpe tarea de justificar a su jefe y sus atrabiliarias y cambiantes decisiones. Por aquí le tenemos simpatía, recordando, entre otras cosas, la inauguración que hizo, como consejera de Cultura, durante un Festival, de los retretes y lavabos de la Alhambra. Con cariñosa sorna le dediqué un artículo titulado 'Water Music', porque no podía ser más oportuna su doble personalidad de sanitaria y representante cultural. Por lo menos la música que escuchaba entonces era más grata que la que oye ahora.

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