Santa Rita, Rita, Rita…

Todo por causa de una caterva de ineptos, que desplazaron en los órganos de gobierno a los profesionales y a los capaces

Fue una santa que vivió en la Italia de la baja Edad Media, una aguerrida mujer, pobre, que enviudó joven y perdió a sus dos hijos y desde el más radical desamparo prosiguió su vida, que fue ejemplarizante en la civilización cristiana, de forma y manera que; transcurridos años de su muerte fue elevada a los altares y proclamada abogada de las causas muy difíciles.

Su nombre -Santa Rita de Casia- fue el escogido, mediado el siglo XVIII, para que desde entonces fuese conocido como el del Monte de Piedad de Granada. Y como, al menos de tejas abajo, está claro que no hay nada eterno, vino a convertirse luego en la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Granada, después, cuando engulló a la entidad que había fundado la Diputación Provincial -la Caja Provincial de Ahorros de Granada- y casi se come a la Caja de Jerez; si no se llega a prevenir el empacho; pasando a ser la Caja General de Ahorros de Granada, después La General y finalmente, en nuestros días, Caja Granada la caja que nunca fue de todos los granadinos y últimamente y en la práctica, de ninguno: BMN.

Nadie hubiera pensado, no hace mucho, que veríamos a trabajadores de CajaGranada en la calle y sin trabajo, impetrando -Santa Rita, Rita, Rita…- no ya la ayuda de aquella santa cuyo nombre rotuló los papeles de depósitos, los de préstamos o las papeletas de empeño del mantón de la abuela o del anillo de pedida, sino sólo la inconcreta opinión y apoyo moral de la ciudadanía ante el histórico y lamentable despropósito.

El Monte de Piedad de Santa Rita de Casia, que abrió sus puertas en un caserón de la carrera del Darro y Paseo de los Tristes, frente a la Casa de las Chirimías, fue trasladando su sede principal a San Matías a plaza de Villamena y por último al Cubo, en mitad de la Vega, donde estalló simbólicamente, como una supernova, bajo la hégira de un antiguo alcalde, quien se había proclamado a su llegada poco menos que como salvador y defensor irreductible, quedando incorporada -por desaparición- a una estrella mayor, mucho mayor, que ni siente, ni consiente, ni le interesa mayormente el desarrollo de esta tierra, ni aquellos trabajadores que fueron de la Asociación de la Sagrada Familia. Y todo por causa de una caterva de ineptos, que desplazaron en los órganos de gobierno a los profesionales y a los capaces, para sentarse ellos, que nada sabían de finanzas, ni de economía, ni casi de ninguna otra cosa. ¿O no?

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