Sesos de mosquito en el Parlamento Andaluz

Un aparato que cuenta chistes en el baño, un buen invento para los bares granadinos para aminorar los índices de malafollá

Hace poco estuve en Murcia y entré en un bar que se llama Parlamento Andaluz. Está en la Plaza de las Flores, por si alguno de ustedes quiere ir algún día que pasen por Murcia. Como era el Día de Andalucía consideré que estaba acorde con el momento celebrar la onomástica de nuestra comunidad en un bar con ese nombre. Hacía un día soleado –veintitantos grados– e iba más seco que el Beiro en agosto. Pedí una cerveza fresquita y temí que me la pusieran Cruzcampo. Pero no, la cerveza allí era nuestra milno, la verde, la 1925 de Alhambra. Cojonudo, le dije al camarero. Enseguida me interesé por saber cómo hay un bar que se llama Parlamento Andaluz en Murcia y por qué el local vende solo cerveza Alhambra. Resulta, me explicó el joven camarero, peruano o boliviano, de por esos lares, que el bar lo había puesto un granadino que había abierto locales con ese nombre también en Cartagena y otros sitios de Murcia. Una especie de franquicia que operaba en varios lugares. Pero no quedaron ahí las sorpresas de la mañana. Cuando le pregunté al camarero por una tapa típica de allí me dijo que la gente pedía mucho los ‘sesos de mosquito’, que era ni más ni menos que chorizo picado. Le dije en plan de coña al joven que si tenía algo que ver que el bar se llamara Parlamento Andaluz y que la especialidad fueran los sesos de mosquito y el chorizo picado. El camarero no entendió mi gracieta analógica y se fue seguramente pensando en que me había convertido en un cliente impertinente. Pero el colmo sorpresivo fue cuando después de despertar el labio con dos milnos y una ración de sesos de mosquito, voy a aliviar la jodida próstata y compruebo que en el habitáculo mingitorio hay un aparato del que sale una voz que te cuenta chistes mientras haces pipí. O sea, que allí también te meas, pero de la risa. Uno de los chistes hacía alusión a uno un paciente que le pregunta al médico: “Doctor, ¿tendré cura?”. “Si no se preocupe –le responde el galeno– ya lo hemos llamado”. Mientras me la sacudía, pensé que ese era un buen invento del que podrían apropiarse los bares granaínos para aminorar los índices de malafollá en nuestra querida ciudad. Lo pondré en el feisbuq por si alguien se anima.

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