El reciente informe del Banco de España que pone de manifiesto el riesgo de despoblación definitiva del 42% de los municipios españoles apunta, de nuevo, en un asunto que preocupa mucho desde hace tiempo. El medio rural tiene muchos municipios y núcleos de población al borde de la desaparición en una dinámica tremendamente difícil de parar, por muchos esfuerzos que se hagan tanto desde las iniciativas públicas como privadas.

La tendencia migratoria desde lo rural a lo urbano tiene raíces profundas de naturaleza económica y social siendo una situación que viene de lejos respecto a la cual no se ha sido capaz de reaccionar a tiempo. No obstante, hace ya algún tiempo se conocen iniciativas institucionales que tratan de paliar los efectos del despoblamiento cuando se han traducido a cierre de servicios públicos.

La situación actual es grave porque el pronóstico es claramente un pronóstico de desaparición de numerosos municipios y núcleos de población que probablemente no se pueda evitar a pesar de los esfuerzos o las iniciativas que se pongan en marcha. Sin embargo, otros muchos municipios rurales de tamaño intermedio tienen un potencial que bien desarrollado, podría ser una especie de última oportunidad para remontar la situación. Sobre todo si se enmarca en clave comarcal.

El potencial se basa en una serie de características positivas para un sector de la ciudadanía que resultan casi específicas del medio rural: medio ambiente más sano, mejor calidad de vida por no necesitar invertir tiempo en desplazamientos, precios más asequibles para la vivienda, menor coste de la cesta de la compra, cercanía entre los vecinos que permite apoyo social y otras muchas cuestiones interesantes para determinados sectores de la sociedad.

La digitalización aparece aquí como una oportunidad para que en base al fomento del teletrabajo se pueda hacer más atractivo el medio rural a mucha gente que valora aspectos como los señalados. También, hay otros aspectos ligados a la cultura popular, la historia y la presencia de bienes culturales y monumentos históricos, que resultan atractivos para el impulso de la economía del ocio y del turismo.

Pero conviene tener los pies en la tierra y ser conscientes de que para muchos municipios puede ser su última oportunidad para sobrevivir ya que el desafío no es fácil y no depende sólo de voluntad política o de grandes inversiones. Poner en valor las características positivas del medio rural es también, casi tan importante o más. Y esto es difícil si no se trabaja también desde los ámbitos educativos y en las propias familias. Así que, manos a la obra.

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