La abuela encamada

En el hospital, los pacientes olvidan el día en el que viven y para los visitantes las horas se vuelven eternas

Aviso: esta columna está basada en un hecho real. Entremos en un recinto público problemático: un hospital. En este caso el Hospital Virgen de las Nieves de Granada, que antiguamente se llamaba 'Ruiz de Alda' y el vulgo lo ha motejado con el 'Ruiz que Arda'. En el amplio rellano de la entrada del hospital hay tres o cuatro enfermos en pijama con el suero puesto sentados en el poyete que circunda el espacio. Están fumando. Con una mano sostienen el cigarrillo y con la otra agarran la percha en donde va colgado el suero. Son personas enganchadas por las venas y por la adicción. Allí, en el hospital, el tiempo es distinto para todos. Para los pacientes porque se les olvida el día en el que viven. Para los que visitan a los enfermos porque entran en un sitio en el que las horas se vuelven eternas. Solo el personal sanitario le tiene tomado el tranquillo al tiempo que allí pasa porque vive en la realidad del trabajo y el cambio de turno. A la entrada del hospital hay una sala para familiares de pacientes. Ahora mismo hay una familia de etnia gitana que tiene a su abuela encamada. Cuando se abre la puerta se observa que hay colchones tirados por el suelo y mantas que utilizan para dormir. Hay al menos ocho personas, todas familiares de la abuela enferma. En vez de ir y venir al pueblo de donde proceden han decidido 'acampar' en la sala. Por lo pronto allí hay calefacción y hace mucho menos frío que en su propia casa, donde abres la puerta y se hiela la calle. Los gitanos están a gusto. Tienen servicios donde se lavan y hacer sus necesidades y a la hora de comer van a un supermercado cercano, abren su mesa portátil y la emprenden con las viandas. Llevan más de dos semanas y se han acostumbrado a esa situación. Reconocen que están mejor que en su casa y encima allí no tienen que preocuparse por la abuela porque de eso se ocupa el personal sanitario. Un día, cuando van tres semanas del ingreso de la abuela, un amiguete del jefe del clan encuentra a éste triste, compungido y a punto de llorar. El amigo se teme lo peor y le pregunta al gitano si le había pasado algo a la abuela.

-Sí, que le han dao el alta.

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