En Los Cármenes, abandonad la esperanza

Los partidos del Granada se los ponen como instrumento de castigo a los reos, a los que se le apuntalan los párpados

Cada partido del Granada CF es como aquella inscripción que encuentra Dante Alighieri en la puerta del infierno al iniciar su viaje, que le llevará desde allí al purgatorio y después al cielo: “Abandonad toda esperanza, quienes aquí entráis”. Más de un seguidor entrará mañana en Los Cármenes para ver el partido contra el Valencia, con la sensación de que está todo perdido y de que la salvación pasa por rezar a todos los santos y esperar al padre de todos los milagros. El aficionado granadino está acostumbrado a pedir imposibles y ajustar su fe a los momentos en los que a su equipo le abandona la victoria. Pasó a primeros de los 70 cuando se anunció la llegada del argentino Echecopar para reforzar el equipo y mantenerlo en Primera. Al saber de su fichaje la hinchada nazarí ideó un cántico que se hizo famoso y que representaba la esperanza en la victoria: “Ya veras, ya verás cuando venga Echecopar”. El jugador argentino se postulaba como una estrella que iba a salvar el equipo, pero cuando vino no jugó ni un solo partido por problemas con su documentación, circunstancia esta que más de uno culpó a nuestra inefable malafollá. Aun así, la esperanza estaba intacta y ya solo se esperaba no hacer el ridículo ante los rivales.

Mucho más cercano en el tiempo, en 2015, faltaban solo cuatro jornadas cuando Quique Pina, el entonces presidente, hizo de mago con chistera y fichó al entrenador Sandoval para que este ganara encuentros y salvara al equipo de bajar de categoría. Y como lo consiguió, el club ha echado de nuevo mano de los consejos de los chamanes con corbata que han augurado que se puede repetir la proeza siempre y cuando sacrifiquemos las suficientes doncellas para calmar la sed del Dios que permite que la pelota entre por la portería. “De acuerdo, os ayudaré… ¡Pero tirad a puerta de vez en cuando, joder!”, dice el Dios al que le encomienda lo imposible. Ganar, difícil misión si tenemos en cuenta que cada partido del Granada se lo ponen como instrumento de castigo a los reos, a los que se les apuntalan los párpados con ganchos para que no puedan cerrar los ojos durante el encuentro, como hacían con Malcolm McDowell en La naranja mecánica para anular sus actitudes violentas. Dicho esto, el club no debería mañana cobrar las entradas; es más, debería pagar una ronda de cerveza a los aficionados que quieran ir mañana a animar el equipo. Qué menos después de la temporada de disgustos que les está haciendo pasar.

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