Curiosamente, en el encuentro ese del exilio inventado por Javier Tebas, el poderoso va de visitante. Como esperábamos, al del taco se le quita el purgante de ir a territorio comanche para jugar en campo neutral. Estaba escrito que así fuera, con lo que la competición queda adulterada al ponérsele a Goliath una alfombra roja antes de que David encuentre la piedra con la que armar su honda. O sea, que la vida, Julio Iglesias dixit, sigue igual.

Montilivi se traslada a Miami en la enésima adulteración del propio fútbol. Y ya no quiero entrar en lo que será en tierra extraña la colisión entre el club más representativo de Cataluña y el del reducto más independentista de lo que fuese Corona de Aragón. Sólo faltaría la presencia de Carles Puigdemont en el palco de honor junto a un retrato de Lluis Companys con el consiguiente reparto de lazos amarillos para una orgía separatista... si es que por entonces sigue la milonga.

Pero ciñéndonos al aspecto meramente deportivo, no sé qué dirá el Real Madrid sobre que a su rival casi único se le ponga una alfombra roja. Algo tendrá que decir Florentino y seguro que lo dirá cuando salga del laberinto mental que ahora se trae con los premios que antes le daban de oficio a Cristiano y que ahora tienen a Modric y Bale en lugar preferente de la lista de espera. Seguro estoy de que llevarse Montilivi allende el Atlántico no le gustará ni un pelo.

Lo decíamos el otro día apelando a lo peligroso que resulta tocar la rosa respecto a lo mucho que se toquetea el fútbol. No se están quietos estos mandarines en sus manoseos y tememos que este hermoso juego sea la víctima de tanta innovación como le llega. Y mañana empieza para los nuestros una nueva competición, una liga de naciones que pretende, y consigue, acabar con aquellos bolos destinados a hacer caja. Parece buena la idea. Por fin una idea agradable. Ya era hora.