Ayer se celebró en Barcelona un Consejo de Ministros con un importante contenido social, destacando entre otras la histórica subida del salario mínimo interprofesional o la subida del salario de los funcionarios, que van a beneficiar a millones de trabajadores.

Previamente, en la noche del jueves, el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el Presidente de la Generalitat se reunían en un encuentro que puede calificarse de enormemente positivo porque se ha impuesto el diálogo y se ha asumido la renuncia a la unilateralidad por parte del independentismo.

Según el comunicado conjunto dado a conocer tras este encuentro, "se apuesta por un diálogo efectivo que vehicule una propuesta política que cuente con un amplio apoyo en la sociedad catalana... en el marco de la seguridad jurídica". Es decir, en el marco del Estatuto de Autonomía y de la Constitución.

A esta posición política que expresa lo que de manera natural debe enmarcar siempre la solución de los conflictos políticos, la única alternativa que se nos presenta por parte de los partidos de la derecha es la imposición del artículo 155 de la Constitución y la suspensión de la Autonomía en Cataluña aún a sabiendas de que sin decisiones unilaterales que rompan el marco constitucional por la Generalitat o el Parlament, es jurídicamente imposible hacer efectiva la aplicación del artículo 155.

Todo ello me lleva a concluir que el riesgo para la convivencia que se vive en Cataluña desde hace años tiene sus orígenes no sólo en los excesos de los independentistas, sino también en las posturas intransigentes y las provocaciones de los partidos de la derecha española.

El camino del diálogo elegido por Pedro Sánchez en el marco de la legalidad estatutaria y constitucional es el único posible para ganar el desafío de la convivencia. Es un camino difícil que corre el riesgo de fracaso si se imponen las visiones intransigentes de unos y otros. Las movilizaciones de ayer tampoco ayudan. Pero no hay otro camino sensato. A pesar de la tormenta mediática.

La solución al conflicto territorial solo puede darse en el marco del consenso político, respetando los límites que marca la ley y propiciando la participación y el apoyo de la sociedad en la solución que se alcance. Todo lo que no sea eso, me atrevo a asegurar que no soluciona el conflicto y pone en riesgo la convivencia, el crecimiento económico y el bienestar.

Lo paradójico será que la única apuesta política en favor del diálogo y la convivencia, la de Pedro Sánchez, sea abortada por la intolerancia de la derecha española y catalana y nos adentremos así en un periodo negro que generaciones futuras seguramente reprocharan a los líderes de hoy. Cuándo ya estén muertos o retirados.

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