Un pequeño problema

¿Son los gerifaltes del PSC los únicos a tener en cuenta contra una fatigada masa de electores no nacionalistas?

El PSOE tiene un pequeño problema. Bueno, dos si contamos la vanidad hosca y berroqueña de don Pedro Sánchez. Bueno, tres si añadimos la sentencia de los ERE. Digo que el PSOE tiene un pequeño problema, y ese problema se llama PSC. Es pequeño, si atendemos a la parte del electorado a la que representa. Y es problema porque el PSC, desde antiguo, tiene una extraordinaria vocación nacionalista, esto es, pintoresca, esto es, lírica y ultramundana, y una menguante vocación igualitaria (que afecta de lleno, por cierto, a su electorado tipo). Esto mismo se está viendo en el PSN, con su delicado pactismo abertzale, y también en su rama balear, cuya presidenta, doña Francina Armengol, ha manifestado ya una robusta inclinación a la segregación lingüística, que es una segregación muy a la moda en España.

¿Por qué decimos todo esto? Por que don Miquel Iceta ha pedido, por agilizar los trámites, que se reconozca a Cataluña como nación, dentro, claro, del Estado plurinacional de España, organizado federalmente, etcétera. Esto implica, en primer término, la negación de España como nación, que es la única recogida en la Carta Magna. Pero esto implica, en mayor modo, una deliberada confusión de la estructura del Estado con las aspiraciones poéticas de sus administrados. Si España se organiza en una federación, el problema sería el mismo: los nacionalistas seguirían legislando contra esa parte de la población que no consideran "suya". Es decir, siempre habría un sector minoritario que querría imponer sus opiniones y adquirir unos privilegios (basados en la lengua, en la raza y otros motivos intolerables y espurios) para distinguirse de los usurpadores. Unos usurpadores, ay, a quienes se puede identificar con facilidad, ya que vienen signados con "un ADN defectuoso", como nos recuerda don Quim Torra, prócer de la catalanidad cuyo racismo -¡oh, Santa Lucía, hija de Siracusa, devuélvenos la vista!- no parece escandalizar a nadie. Y menos que a nadie, al señor Iceta, protofederalista y mártir del catalanismo.

El pequeño problema, repito, es que el PSOE no es, aunque lo parezca, una excrecencia del PSC. Y si don Pedro Sánchez quiere gobernar España, como un capitán intrépido y vertiginoso, quizá deba contar con el parecer de sus electores. Quizá deba, en fin, asegurarse de que hay mar bajo su quilla. Pero, ¿es este el caso? ¿Son los gerifaltes del PSC los únicos a tener en cuenta contra una fatigada masa de electores no nacionalistas?

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