Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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El rapto de España

El escritor inglés Samuel Johnson (1709-1784) pensaba que el patriotismo es el último refugio de un sinvergüenza

Para encontrar un precedente del maltrato electoral que le espera a España, tendríamos que remontarnos al rapto de Europa por Zeus. El padre de los dioses se encaprichó de Europa, una chica fenicia de Tiro, y para arrebatársela a sus padres y no ser reconocido por su esposa Hera, escamada por anteriores infidelidades, se metamorfoseó en toro, se acercó a Europa, que retoza en la playa con sus amigos, la atrajo con su mansedumbre y buena estampa, consiguiendo que la chica se atreviese a montarlo. Entonces, el toro se mete en el mar y la rapta, nadando hasta la isla de Creta, donde consuma el atropello. Sánchez, como Zeus, en precampaña electoral, metamorfoseado en rocoso patriota -"Ahora Gobierno, ahora España", propone su primer eslogan- intenta que se identifiquen España y el PSOE, quedarse para sí "la patria entera" y dejar frustrados a los otros patricidas -separatistas e independentistas, incluidos- que también quieren abusar de ella y poseerla (o desintegrarla) en exclusiva. De estos tragapatrias oportunistas se han dicho cosas muy feas. Lo más contundente, lo que Boswell, biógrafo de S. Johnson, le oyó decir al polígrafo inglés en la noche del 7 de abril de 1775: "El patriotismo es el último refugio de un sinvergüenza". A España, en manos de estos patrioteros, le va a pasar lo que al pavo orgánico que el "viejo indecente" y libertino Henry Chinoski, el protagonista de la novela Mujeres (1979) de Bukowski, compra para celebrar la Navidad. Henry saca el pavo del horno, lo pone sobre la mesa de la cocina y comienza a trincharlo. Discute con Sara, una de sus amantes y, sin probarlo, meten el pavo en la nevera. Henry se hace un sándwich de pavo frío al día siguiente. Por la tarde, dos amigas, ciegas de anfetas, se presentan en su casa, hambrientas, abren la nevera, descubren el pavo y se zampan un trozo grande de carne y un muslo y maldicen "el pavo de mierda" porque no sabe a nada. El pavo quedó en la nevera "como si hubiese sido destrozado a zarpazos por un tigre". Con lo que queda de la carcasa, hacen una sopa que prueban y terminan tirando por el fregadero. Chinoski mira lo que queda del ave y, compasivo, certifica que "aquel pavo orgánico había pasado unas jodidas Navidades". Las jodidas elecciones del 10N nos van a dejar, a España y a los españoles, destrozados, igualmente, como el pavo.

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