Por los suelos

No me entra en la sesera que en un sitio se pueda prohibir 'A' y en la provincia limítrofe no se pueda prohibir

Al inicio de la pandemia y su confinamiento esperé hasta dos semanas para poder comprar mascarillas en las farmacias y a precio de oro; y recuerdo que critiqué en estas líneas la falta de previsión. Al comenzar la vacunación también hice mis críticas sobre la lentitud del proceso, parecía que nunca iban a llegar las vacunas y que no se alcanzarían las previsiones de los porcentajes de vacunados para cuando se iniciara el curso escolar. Reconozco que las previsiones del Gobierno en la capacidad de vacunar han sido correctas y que todos los sistemas de salud de las diferentes autonomías, nuestros queridos reinos de taifas, han funcionado. Con ello, España presenta los números más bajos en tasas de incidencia del dichoso virus, en víspera de la llegada de las fiestas y con el invierno a las puertas.

Contemplando los números de los países centroeuropeos, esos que parece que siempre lo hacen bien, nos miran por encima del hombro y nos dictan todas las políticas, resulta que nosotros vacunamos más y además no tenemos tantos 'negacionistas' descerebrados como parece andan sueltos al otro lado de los Pirineos. Lo de andar suelto es literal, tristemente literal.

Aquí nos manifestamos por el cierre de fábricas, por los precios tirados de la leche o por otras múltiples razones pero no tanto porque nos obliguen a ponernos la vacuna. Yo me manifestaría también por no encontrarme cientos de mascarillas tiradas por el suelo. Las encuentro de todos los tipos, colores, diseños y tamaños; y en cualquier acera, esquina y calle. Antes eran de oro y ahora hasta te las regalan y promocionan con cualquier excusa de consumo. El esfuerzo de recogerlas parece fuera un trabajo de gigantes. Ahí se quedan, en el suelo.

Por los suelos anda también, en mi opinión, la credibilidad de la justicia cuando se empeña en dictar sentencias contradictorias sobre las medidas que se intentan tomar para evitar la expansión del virus. No me entra en la sesera que en un sitio se pueda prohibir 'A' y en la provincia limítrofe no se pueda prohibir. ¿Tan distintas varas de medir existen? ¿Tan distintas interpretaciones se puede hacer de una norma cuando lo que está en juego es la vida de las personas y lo que se pretende es regular unas actividades básicas? Pareciera que la justicia, además de lenta en muchos casos, solo sirve para tirarse al suelo y partirse de risa. Aquella frase del alcalde de Jerez: "La justicia es un cachondeo", podría entonarse con cierta razón. Yo diría que la justicia anda por los suelos, como las mascarillas. Vale.

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