Las vacaciones

Durante este periodo hay un tema olvidado que las feministas (otra vez ellas) han colocado en la agenda común: la conciliación

Estamos ya en verano, ese tiempo que se ha convertido en El Dorado para una sociedad que trabaja once meses para poder escaparse de su propia vida durante treinta días. Y el verano trae aparejada una cuestión de las que levantan pasiones: las vacaciones escolares.

No hay reunión familiar (de familias con hijos e hijas en edad escolar, claro) en la que los dos meses de vacaciones escolares no sean motivo de debate o controversia. Hay quienes se muestran a favor, hay quienes se muestran en contra, hay comparaciones, hay quejas, agravios… Hay, de fondo y como marco en el que todo esto se desenvuelve, un tema olvidado hasta ahora y que las feministas (otra vez ellas) han conseguido colocar en la agenda común: la conciliación.

"La conciliación personal, familiar y laboral se puede definir como la participación equilibrada entre mujeres y hombres en la vida familiar y en el mercado de trabajo, conseguida a través de la reestructuración y reorganización de los sistemas, laboral, educativo y de recursos sociales, con el fin de introducir la igualdad de oportunidades en el empleo, variar los roles y estereotipos tradicionales y cubrir las necesidades de atención y cuidado a personas dependientes". Palabras para la igualdad. Plan Óptima (Junta de Andalucía, 1995).

Una definición breve y clara. Y sí, de muy difícil ejecución. Reestructurar y reorganizar los sistemas laborales, educativo y de recursos sociales no es tarea sencilla. La prueba está en todos los años transcurridos y lo poco que se ha avanzado.

Por concretar en la difícil relación familia-escuela: los cambios que se han ido introduciendo en pro de la conciliación se han hecho sólo en uno de los ejes (la escuela) sin que las familias hayan podido hacer cambios en lo relativo al ámbito laboral que es, al fin y al cabo, el que nos permite obtener ingresos.

En una sociedad que está atravesando un vertiginoso proceso de cambios es difícil aislar uno de los aspectos que están en transformación y ver sus consecuencias aisladas del resto, pero en este aspecto concreto de cómo compaginar crianza y desarrollo profesional, hay algunas cosas que chirrían.

Quizá una de las primeras o más obvia: parece que estamos confundiendo conciliación con traspaso de responsabilidades. Para conciliar es imprescindible que padres y madres puedan pasar más tiempo en casa, ejerciendo sus funciones de cuidados y de educación. No se trata de que incrementemos los servicios que puedan atender a nuestros niños y niñas mientras sus progenitores trabajan más y más horas, se trata justamente de reorganizar el sistema laboral tanto como el educativo.

Claro que para eso el sistema económico debería también tener en cuenta algún factor más allá del puramente económico, contemplando sólo el balance de beneficios.

Y ahí entramos en otro campo de debate, el del capitalismo, que desborda la extensión de este espacio. Pero como sociedad deberíamos intentarlo. Nos va el futuro en ello.

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