A las 2 de la madrugada acabó la fiesta. A las 2 de la mañana concluyó la edición de Masterchef Celebrity' que ha ganado Miguel Ángel Muñoz. Justo el día en el que los noticiarios hablaban de que el horario laboral en nuestro país debe concluir a las seis de la tarde. La gala logró una cuota de pantalla de un 28%, con casi 3.500.000 de espectadores, y todos contentos. Porque de eso se trata en el fondo, de un juego de audiencias.

Esa cosita llamada Hora punta nació, no lo olvidemos, con el objeto de demorar al máximo el inicio de los programas de prime time, con el fin de ajustar las cifras de audiencia de los formatos más atractivos al dente, es decir, al gusto del consejo de administración, que gusta mostrar gráficos resultones, sacar pecho con números y porcentajes a los que se llega con los métodos absurdos.

Resulta curioso que hayan multado a la corporación de RTVE por el exceso de autopromociones, cuando por lo que habría que aplicarles un correctivo es por haber puesto en marcha, y parece ser que renovado una nueva temporada, un programa tan nefasto y espantoso como Hora punta. Que siempre está de más. Que siempre sobra, sobre todo por la hora. Y que nunca fue tan gratuito y prescindible como en la noche del martes. Porque vamos a ver, teniendo por delante una edición de Masterchef de incierto final, con la presión del directo, y a sabiendas de que iba a concluir a las dos de la madrugada, a las tantas ¿a quién se le ocurre demorar su inicio a las once de la noche? ¿Dónde queda el sentido común?

Lo peor es que nadie diga nada ante este absurdo institucionalizado.