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Calidad frente a impotencia

  • Apoño impone su clase en la medular cada vez que entra en contacto con el esférico y fuerza la expulsión de Iriney · El brasileño pierde varios balones peligrosos ante la escasa movilidad de sus compañeros

De todos los duelos particulares que se pudieron ver ayer en el estadio de Los Cármenes, el que enfrentaba a Iriney con Apoño se antojaba el más atractivo. Futbolistas de características muy distintas, cuando se vieron las caras sobre el terreno de juego saltaron chispas. El ganador fue sin duda el malagueño, mucho más importante en el juego ofensivo de su equipo y el hombre al que todos buscaban. Iriney, que no terminó el partido, se desesperó por momentos, trató de ordenar la fase ofensiva del Granada CF pero ni esa es su misión ni tiene la suficiente velocidad con el balón en los pies como para ser el organizador de los de Anquela.

El choque no pudo comenzar peor para el brasileño, pues la primera falta de las cuatro que cometió supuso en primer tanto de los zaragozanos. Extrañamente, el libre directo no lo ejecutó Apoño, habitual lanzador de las jugadas de estrategia sino Víctor Rodríguez.

El primer encontronazo entre ambos jugadores llegó tres minutos después, tras barrer el rojiblanco al '10' zaragocista una vez que éste entregó el cuero a un compañero. Poco a poco, la influencia de Apoño era más decisiva. Ya sea en corto o en largo, cada vez que el polémico futbolista del Zaragoza entraba en juego, su equipo lo notaba para bien. Con libertad para pisar el área al tener cubierta la espalda con Movilla y Zuculini, intentó disparar a portería en tres ocasiones en el primer acto, pero todos sus disparos se fueron muy desviados.

Por su parte, Iriney prácticamente nunca pisó campo contrario, ya que su labor es la de recuperar balones y en eso sí estuvo muy activo. En total, robó nueve balones por ocho su homólogo, perdiendo cada uno tres.

Ni uno ni otro se complicaron en exceso cuando el esférico pasó por sus dominios, aunque mientras Apoño buscó la profundidad con sus pases, Iriney jugó excesivamente horizontal.

Como dato curioso, el '24' rojiblanco cometió cuatro faltas: la primera supuso el gol de Helder Postiga, la segunda supuso una amarilla y la cuarta su expulsión con roja directa. Con lo que cada vez que fue al cuerpo a cuerpo fue y bien. Pero en cualquier caso hay que alabar que quisiera echarse el equipo a su espalda ante la escasa movilidad de sus compañeros. Sus funciones no son esas y de hecho en la jugada de su expulsión, no encontró solución alguna por lo que perdió el balón y ante la impotencia derribó a Apoño.

Precisamente, el carácter del malagueño salió a relucir en esa jugada. La falta que sufrió era una gran oportunidad para demostrar su excelente lanzamiento a balón parado. Pero tuvo que ser atendido y abandonar el terreno de juego, lo que provocó en el del barrio malagueño de La Palmilla una enorme indignación con los fisioterapeutas de su equipo por salir a atenderle con tanta premura. Fue la anécdota de un duelo particular que se llevó el zaragocista gracias a su enorme calidad.

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