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Irritante imagen y cifras de incapacidad notoria

  • Pobre plan de un equipo que se jugaba la vida ante un rival que apenas tira y gana El esporádico empuje tras el empate maquilla la estadística

Decepcionante es el adjetivo que mejor define el encuentro que protagonizó el Granada CF ayer. Los de Resino se jugaban el hecho de seguir aspirando al milagro de la salvación y ofrecieron una imagen y unas sensaciones muy lejos de las que debería un cuadro con la soga acariciándole el gaznate. El RCD Espanyol asaltó Los Cármenes con escasos argumentos ofensivos, mas la escuadra local apenas demostró capacidad para continuar en la categoría -y, lo que es peor, apetencia por luchar por ese objetivo-.

Los primeros 45 ya mostraron el preludio de lo que vendría. Roberto no intervino en toda esa primera mitad. No les hizo falta a los catalanes ni siquiera hacer trabajar al de Chantada para ponerse por delante. Tampoco ensayar antes de la diana. Los 'pericos' no habían protagonizado ningún chut -ni a puerta ni fuera- hasta que llegó el fatídico 44'. Una nueva pérdida de Insúa -el argentino es la calamidad hecha lateral zurdo- resultó fatal. El cuero acabó en las botas de Sergio García y los hinchas granadinistas se echaron a temblar. Con razón. El campeón de Europa en 2008 controló, amagó hasta en tres ocasiones, se perfiló y colocó el esférico donde el cancerbero local no pudo llegar. Era el 0-1.

La fortuna dio la espalda al Granada CF. Basar el análisis en el mal fario, no obstante, sería injusto. Casilla sólo tuvo que realizar una parada en los cuatro cuartos de hora inaugurales, el despeje a un tiro lejano de Insúa. Ese y dos disparos más cuya trayectoria no se dirigía a la meta contraria fue todo su bagaje antes del asueto. Y una imagen aún peor. Paupérrimo resumen para un equipo que se jugaba la vida.

Con posterioridad, el choque caminó por la misma vereda. Los rojiblancos lo intentaban muy poco para lo que tenían en juego. Aun así, pusieron las tablas por medio de un testarazo de Mainz. El empate dio alas a un conjunto que apenas había probado al canterano madridista que ocupa la portería del Espanyol. Fueron los mejores minutos de los de rayas horizontales, los que le permitieron superar ampliamente los números del otro contendiente. Concluyeron con 13 percusiones sobre la puerta enemiga y 28 llegadas al área.

Los blanquiazules, sin embargo, pusieron la efectividad. El error de la zaga granadina pasa casi inadvertido por tradicional. Tres disparos les bastaron para que se llevasen otros tantos puntos. El Granada CF se jugaba el cuello pero no se notó en ningún momento. Ayer desaprovechó la que parece, fue su última oportunidad de demostrar que aún tenía cosas que decir en la Primera División española.

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