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Sólo soy del 'Graná'

  • La presencia de numerosos aficionados madridistas repartidos por el estadio no impidió que el choque fuera una fiesta rojiblanca

"Yo no soy del Barça, del Barça ni del Madrid, sólo soy del Granada, del Granada hasta morir". El bonito estribillo que cantan los hinchas rojiblancos tuvo anoche más vigencia que nunca con la visita del equipo blanco a Los Cármenes. Días antes, en su presentación como preparador nazarí, Lucas Alcaraz también se refirió al tema con un lapidario "desde muy pequeño tuve la suerte de no tener que elegir entre Madrid y Barcelona, sino ser del Granada". Y es que la mayoría de las… almas que acudieron anoche al coliseo del Zaidín tenían muy claro que el Granada CF está por encima de todas las cosas.

Eso no quiere decir que no hubiera cientos de afines a la causa de Mourinho distribuidos por el estadio. En una provincia con 84 peñas del Real Madrid -la que más tiene de toda Andalucía- es lógico que haya madridistas que se gasten cien euros en ver al equipo de sus amores. Entre ellos, quinceañeras enamoradas del Ramos o el Cristiano de turno -como dejaban bien claro en las pancartas repartidas por el estadio-, padres de familia con hijos tan ilusionados como si fuesen a ver a los Reyes Magos y peñistas locales a los que pilla más cerca ir a Los Cármenes que viajar al Bernabéu para presenciar en directo a su Madrid.

De todas formas, los madridistas asistentes al encuentro apenas se dejaron notar. Como decía un aficionado a otro, cubata en mano de por medio, antes de entrar al estadio: "En 'Graná se anima al 'Graná' y el que quiera animar al 'Madrí' que se vaya a 'Madri'". A otros, seguro que más que una 'copichuela' les hubiera apetecido un buen 'caldico calentico', que jugar en Granada en un mes de febrero a las diez de la noche y con sensación térmica de cero grados es para valientes amigos del frío.

Las peñas rojiblancas quisieron empapar a Buonanotte, Nolito y los suyos -a Lucas no le hace falta, ya lo conoce- del ambiente rojiblanco con un bonito recibimiento cuando hora y media antes del choque llegó el bus del equipo al estadio. Y la verdad es que fue espectacular. Cientos de bufandas al aire y miles de personas calentando sus gargantas y eso que aún quedaba una hora y cuarto para el choque. Alcaraz, por cierto, fue el primer en bajar del autobús rojiblanco.

Diez minutos antes llegaba al estadio del Real Madrid custodiado por hasta seis vehículos policiales -al Granada solo lo escoltaban dos-. Tras el baño de masas que se dieron los blancos a su llegada a la ciudad el viernes, el autobús blanco fue recibido en Los Cármenes como cuando sale 'Mou' al Bernabéu, con división de opiniones.

Eso sí, se notaba que era un día especial, faltaban dos horas para el choque y, aparte de haber más movimiento del habitual en las taquillas, los alrededores del campo estaban a rebosar. Los bares zaidineros... lo agradecieron.

Con el videomarcador ya arreglado, Manolo Lama haciéndose en las cabinas más fotos que cualquier Belén Esteban de turno, el campo casi lleno desde mucho antes del inicio del partido, los operarios del Granada más liados que nunca y algún jefecillo de seguridad actuando como si viniera el mismísimo Benedicto en lugar de Florentino, arrancó el partido.

Y aunque todo el mundo quiere ganar, pensaría Quique Pina, ayer recibido y tratado por la afición mucho mejor que otros días, que todo esto vale mucho la pena. Han sido demasiados años sin vivirlo.

Y ganando, la noche es perfecta... y quizá larga.

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