Granada año a año

1997: El año en el que a Granada le toca la lotería varias veces

La familia Clinton con la familia real española La familia Clinton con la familia real española

La familia Clinton con la familia real española / Juan Ortiz

En el año 1997 a Granada le tocó la lotería varias veces. La primera y más pragmática fue cuando cayó el 'gordo' del sorteo de Navidad y buena parte del tercer premio. Las otras veces que le tocó la lotería de manera metafórica fue con unas visitas tan mediáticas que permitieron que la ciudad estuviera muy cotizada en el ambiente turístico: la de Bill Clinton, la de las Spice Girls y la del príncipe Abdullazih de Arabia Saudita.

Empecemos con el sorteo de lotería navideño. En total fueron 37.400 millones de pesetas los que se repartieron en Granada. Los premiados se compraron casas y coches porque se lo pudieron permitir. El número del 'gordo', el 43.728, se vendió en la administración número 4, que está en la calle Príncipe. Aunque buena parte de los décimos fueron vendidos por el popular Paco el del puro, que regentaba el quiosco de Puerta Real, en el que se vendían las entradas para los espectáculos. En Armilla fue el club de fútbol de la ciudad el que repartió las papeletas del tercer premio. En la prensa salió el ex presidente del club José Aragón, que había comprado lotería del primero y del tercer premio, manteado por los afortunados. Ese año el 'gordo' fue muy madrugador: salió a los once minutos de comenzar el sorteo. Granada se volvió loca.

La segunda vez que en 1997 le tocó la lotería a Granada fue con la visita del presidente americano Bill Clinton y su familia. Fue el 9 de julio. El presidente americano había estado de joven en Granada y aún se acordaba de que desde el Albaicín había contemplado la Alhambra con el sol de la tarde en el horizonte. Los expertos en miradores barruntaron que en donde había estado el Clinton joven era en el mirador de San Cristóbal, que es de donde se ve bien las puestas de sol, y no en el de San Nicolás. El caso es que al mandatario americano se le ocurrió decir que desde allí, desde San Nicolás, se veía la puesta de sol más bonita del mundo. La frase hizo fortuna y se la apropiaron los observadores más cercanos al Ayuntamiento para convertirla en lema turístico. Granada estuvo en todos los informativos ese día en el que incluso vino la familia real española para estar con el mandatario americano, como no podía ser menos. Creyó el alcalde Gabriel Díaz Berbel, alias Kiki, que Clinton había hecho tanto bien a Granada con su visita que hizo colocar un monolito recordatorio en una esquina de San Nicolás. El texto de la placa conmemorativa rezaba así: "Invitado por Sus Majestades los Reyes, don Juan Carlos I y doña Sofía, visitó Granada el presidente de los Estados Unidos Willian B. Clinton acompañado de su esposa y exclamó desde este mirador al ponerse el sol que es el atardecer más bello del mundo". Después de ser inaugurado el monolito aparecía todos los días pintarrajeado y lleno de huevos lanzados por algunos colectivos que no consideraron conveniente tal homenaje a un presidente imperialista. Hasta que el siguiente equipo de gobierno, el del tripartito, decidió quitarlo de en medio. Fin de la polémica.

De esta guisa quedó el monolito De esta guisa quedó el monolito

De esta guisa quedó el monolito / Juan Ortiz

La visita de las chicas picantes

También le tocó la lotería a Granada cuando el grupo británico de las Spice Girls decidió elegir la ciudad de la Alhambra para presentar a todo el mundo Spiceworld, su segundo álbum. Vinieron en su jet privado el 6 de octubre. El alcalde, siempre al tanto, las invitó a visitar el Ayuntamiento y saludar desde el balcón a los miles de fans adolescentes que se habían concentrado para ver de cerca a sus admiradas cantantes. El fenómeno era tal que hasta 500.000 chicas y chicos escribieron al programa los Cuarenta Principales para conseguir una de las cien invitaciones que permitirían acceder a la presentación en Granada. Las Spice Girl querían hacer su presentación en la Alhambra, pero no se les permitió tal disparate y al final lo hicieron en el Carmen de los Chapiteles. La foto de Díaz Berbel con las 'chicas picantes', pues esa era la traducción de su nombre, ocupó las primeras páginas de los periódicos. Los aficionados a cuantificar los momentos dijeron que las Spice Girls habían dejado con su visita unos 500 millones de pesetas en la ciudad en apenas 24 horas.

Las Spice Girls, en el balcón del Ayuntamiento de Granada Las Spice Girls, en el balcón del Ayuntamiento de Granada

Las Spice Girls, en el balcón del Ayuntamiento de Granada / G. A. A.

La tercera visita importante ese año de la que se ocuparon profusamente los medios de comunicación fue de la del príncipe Abdullazih de Arabia Saudí. Resulta que el alcalde lo invitó a pasar unos días en Granada y le ofreció unos terrenos en el llamado Cerro del Sol para que el miembro de la realeza saudí montara sus diez jaimas para él y sus sirvientes. El príncipe había dicho que el objetivo de su visita era comprobar in situ la realidad de los textos literarios que hablaban de Granada, de sus colinas y de sus atardeceres.  

La visita tuvo su polémica, como no, cuando la oposición preguntó quién había dado los permisos municipales para la real acampada en una zona protegida. La controversia arreció cuando el alcalde subió al Cerro del Sol para tomar el té con el joven príncipe, circunstancia que percibió la oposición como un "acto de pleitesía" de un alcalde democrático. Y culminó la polémica cuando a fin de año el alcalde viajó con su familia hasta Riad a devolver la visita. Se dijo que el príncipe árabe le había costeado el viaje, pero una vez más, según la oposición, Díaz-Berbel había actuado de manera poco ética al hacer coincidir los intereses privados con los públicos. Al regresar dijo que había hecho negocios con el príncipe saudí, que iba a invertir un montón de millones en el Albaicín. Pero no invirtió millones. Lo que sí hizo fue regalar dos hermosos caballos al Ayuntamiento por el buen trato recibido en la ciudad. Un regalo envenenado porque mantener a Kurafi y Layla, que así se llamaban los équidos, les iba a costar al Ayuntamiento un pico: casi 100.000 pesetas por animal y mes. Cuando los socialistas sucedieron al PP en el Ayuntamiento, le regalaron los caballos a la Guardia Civil.

El alcalde de Granada en la jaima del príncipe saudí El alcalde de Granada en la jaima del príncipe saudí

El alcalde de Granada en la jaima del príncipe saudí / G. A. A.

Tanta visita mediática hizo a Díaz-Berbel acuñar una frase que repetiría siempre que hiciera falta: Granada está de moda. Ese año se batió el récord en materia turística. Fue el año del Kiki, que se veía poderoso en una ciudad que funcionaba a base de fuegos de artificio. Sus asertos en sus comparecencias inmediatamente se convertían en titulares de prensa. Hombre temperamental y escaso de sutileza, arremetía contra todos aquellas personas e instituciones que ponían en duda su labor. Un bombero pirómano, lo llamó el periodista Ignacio Camacho. "A Kiki le va la marcha. Le gusta el jaleo, se crece al castigo, se viene arriba cuando ve ardiendo los pastos a los que él mismo le ha pegado fuego", diría de él columnista. Era cierto que Díaz-Berbel tenía cierto punto chulesco, pendenciero y relator castizo, pero era el alcalde que había elegido Granada.

El nuevo Rey Chico

Aunque la gran polémica de ese año surgió en torno a la construcción de un restaurante y sala de fiestas en donde estaba el antiguo Rey Chico. Probablemente en Granada no haya habido una polémica en la que concurrieran tantas circunstancias propias de una novela de intriga. Venía desde 1990 en que el Ayuntamiento, gobernado por el PSOE, inició los trámites para aprobar el estudio de detalle del proyecto de construcción del nuevo Rey Chico. Un empresario llamado Virginio Sánchez le había comprado la antigua sala de fiestas a su dueño, Manuel Gómez, y quería convertir el viejo y mítico lugar en un restaurante y un local para acontecimientos sociales. Durante el trámite de información pública del expediente, solo hubo una alegación presentada por el colectivo Granada Histórica y Cultural. El Partido Popular, que entonces estaba en la oposición, apoyó el proyecto con los votos de sus concejales, como todos los miembros de la corporación municipal. Años después, cuando la obra estaba casi terminada, comenzaron los colectivos ciudadanos a dar su opinión sobre el proyecto. Pero fue a finales de marzo de 1997 cuando se formó el follón. La polémica se inició, según contaba la periodista Amina Nasser en uno de sus reportajes sobre el tema, con la publicación de un artículo en el diario El País en el que se decía que lo que se había construido en los mismos aledaños de la Alhambra era un despropósito urbanístico. En cuestión de días –dice la periodista- se sucedieron los comentarios, las declaraciones, las entrevistas, las ruedas de prensa, los comunicados, las cartas al director, las recogidas de firmas… Jerónimo Páez, el hombre que había conseguido que el Mundial de Esquí fuera un éxito, sería uno de los detractores del "atentado" que se había cometido con el paisaje. Varios arquitectos se sumaron a la corriente contraria a la construcción del 'pegote urbanístico', como también se le calificó. Los detractores de la iniciativa apelaban al buen gusto: la estética del edificio no era adecuada para ese enclave tan privilegiado debajo del monumento nazarí. Se creó una plataforma para luchar por la demolición y la Junta de Andalucía estaba dispuesta asumir parte del coste del desmantelamiento y de la indemnización al promotor de la obra, que había hecho la construcción con todos los papeles en regla. El propio gobierno municipal del PP, que se había debatido entre la legalidad y la estética, se sumó a quienes pedían la demolición. Total, que la presión popular pudo con cualquier acuerdo y hubo que pagarle al empresario casi 700 millones de pesetas. El edificio al final no se derribaría e incluso fue inaugurado en 1998 de manera simbólica como restaurante y sala para acontecimientos sociales. Hoy es un centro cultural perteneciente a la Junta de Andalucía. El caso quedó para los anales como paradigma de la desidia política y de los errores que comenten los que nos representan.

Manuel Gómez y Virginio Sánchez se saludan ante el nuevo Rey Chico Manuel Gómez y Virginio Sánchez se saludan ante el nuevo Rey Chico

Manuel Gómez y Virginio Sánchez se saludan ante el nuevo Rey Chico / Juan Ortiz

Otra polémica, menos importante pero que ocupó la atención ciudadana, la protagonizó un empresario del sector de la seguridad que denunció que el concejal de Medio Ambiente, Francisco Jiménez Carmona, amigo personal de Gabriel Díaz-Berbel, lo había extorsionado y obligado a pagar cinco millones de pesetas para quedarse con el servicio de vigilancia del cementerio. El concejal negó los hechos, pero estuvo obligado a dimitir por el escándalo que se había originado en torno al caso. En un juicio celebrado dos años más tarde un jurado popular lo declaró no culpable de los delitos de cohecho. Los nueve integrantes del jurado -seis mujeres y tres hombres- consideraron como hecho no probado que Carmona exigiera esos cinco millones de pesetas al gerente de la empresa Seguridad Baza, Juan Carlos Martínez Castaño, para adjudicarle el citado servicio.

Pero en el escaso tiempo que el concejal estuvo en el cargo fue protagonista de varios escándalos. En otro juicio fue condenado por un delito de cohecho y tuvo devolver las 250.000 pesetas que le cobró a un empresario, "como donativo para el PP", a cambio de "suavizar" la presión que sufría su local de copas por las continuas denuncias a causa del ruido. El ex concejal fue condenado, además, a dos años de inhabilitación para ejercer un cargo público y al pago de 500.000 pesetas de multa. También tuvo otro juicio en el que fue acusado por haber cargado gastos de viajes que no realizó a la empresa municipal de cementerios, de la que él era responsable, o haber sobrecargado las facturas de supuestos viajes en avión que, en realidad, realizó utilizando su automóvil. Fueron tantas las comparecencias judiciales de Francisco Jiménez Carmona, que su propio partido, que al principio lo apoyaba, acabaría dándole la espalda.

El caso de Ana Orantes

En 1997 un hombre de Cúllar Vega quema viva a su ex mujer porque ésta había intervenido en un programa de televisión en el que había denunciado lo malos tratos a los que había sido sometida durante sus años de matrimonio. Ella se llamaba Ana Orantes y su asesinato conmocionó a todo el país, a la vez que reavivó las protestas contra los malos tratos a mujeres. Ana, después de haberse divorciado de José Parejo, acudió al programa De tarde en tarde, que presentaba Inma Soriano. Allí contó como su ex marido la había maltratado, a ella y a sus hijos, durante más de cuarenta años. También contó que, tras conseguir la separación, no tenía más remedio que compartir casa tabicada con su ex marido porque, al no llegar a un acuerdo en el reparto de bienes, así lo había dictaminado un juez. Tras su intervención en el programa televisivo, al volver a casa se encontró con un ex marido cabreado que la roció con gasolina y después le metió fuego en el jardín de la casa. Un crimen que dejó perpleja a la población de Granada.

Ana Orantes, durante su intervención en Canal Sur Ana Orantes, durante su intervención en Canal Sur

Ana Orantes, durante su intervención en Canal Sur / G. A. A.

1997 fue el año en el que ETA mató a Miguel Ángel Blanco y en el que perpetró un atentado en Granada. El día 9 de febrero, la explosión de un coche bomba al paso de un furgón del Ejército acabó con la vida de Domingo Puente Marín, natural de Güéjar Sierra, que trabajaba como peluquero en la base aérea de Armilla. La brutal deflagración destrozó la fachada de un edificio cercano y causó heridas a ocho personas: cuatro ocupantes del convoy militar y cuatro vecinos. La explosión del coche bomba, el primero de ETA en Granada, se produjo sobre las siete y cuarto de la mañana en la carretera de Armilla, junto a la urbanización Jardín de la Reina. En el convoy militar viajaban dos cabos primeros y cinco empleados civiles. El coche bomba contenía entre 40 y 50 kilos de amosal y tornillería que hizo el efecto de metralla. Domingo Puente Marín, de 51 años, estaba casado y tenía tres hijos. También ese año ETA intentaría matar a un funcionario de la cárcel de Granada al que le habían puesto debajo del asiento del coche una fiambrera con 300 kilos de explosivos.

El día 14 de febrero, Día de San Valentín, fueron asesinadas una madre y su hija de una manera tan truculenta que hizo pensar a la Policía de que había sido durante un rito macabro: ambas aparecieron desnudas con sendas cuchilladas en el vientre y la madre tenía en la vagina una trompetilla antigua de los sordos. Pero no fue ni más ni menos que la acción de un joven de 28 años medio chiflado, pariente de las víctimas, que había matado a esas mujeres para robarles 40.000 pesetas y gastárselas en cocaína. La madre se llamaba Francisca Bolívar y tenía 78 años. La hija, María Victoria Raya, tenía 43 años.

Ese mismo día la joven Saray Carrera, de 15 años, murió de un disparo en la cabeza en una riña que mantenían dos clanes de etnia gitana en el Polígono de Almanjáyar por una cuestión de celos. Además, tres jóvenes resultaron heridos de gravedad en esa riña. Fue un San Valentín realmente sangriento.

Ese año el obituario vino preñado con su mortal cosecha. Nos dejaron el pintor Fernando Belda, el ingeniero Agustín Padial, el profesor Luis Sánchez Agesta, el pedagogo Benigno Vaquero, el portero del Granada CF Florentino Buey 'Floro', el director de la cadena Cope Pedro Úbeda, el compositor Francisco Guerrero, el profesor Luis Jiménez Pérez, el pianista Antonio Ruiz Pipó, el experto en Turismo Alejandro Parra, el esquiador Fernando Rodríguez y los periodistas Javier Tortosa y Pepe de Vicente.

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