Medioambiente

Reivindicación sin mal de altura: la aventura de un granadino que llevó su protesta al Everest

Javier Sánchez Espejo, con el Everest asomando a la izquierda de la imagen.

Javier Sánchez Espejo, con el Everest asomando a la izquierda de la imagen.

Los vecinos que se oponen a la instalación de una macrogranja y una planta de biogás en La Calahorra no lo pueden decir más claro y, después de lo que hizo Javier Sánchez Espejo, difícilmente lo pueden hacer más alto. La noticia saltó a principios del pasado mes de diciembre: un granadino había desplegado una pancarta contra los proyectos que hay en la zona del Marquesado en plena cordillera del Himalaya, en el campamento base de la cara sur del mítico Everest situado a 5.364 metros sobre el nivel del mar.

Las agencias y no pocos medios de comunicación se hicieron eco de la noticia y, por ende, de la problemática que se vive en La Calahorra. En octubre del año pasado una buena parte de los vecinos de esta localidad del Marquesado comenzaron un movimiento social contra la instalación de una granja porcina de grandes dimensiones que contempla una explotación de 2.498 cerdos, dos menos que el número establecido para ser considerada una macrogranja y estar así sujeta a una normativa más estricta. También mostraban su oposición a la construcción de una planta de biogás por el daño, dicen, que va a producir en el rico ecosistema de la zona, además de los inconvenientes que va a ocasionar a los residentes, entre ellos el mal olor.

El montañero desplegó la pancarta a más de 5.000 metros de altura. El montañero desplegó la pancarta a más de 5.000 metros de altura.

El montañero desplegó la pancarta a más de 5.000 metros de altura.

En un marco de malestar, con manifestaciones incluidas, surgió la idea 'elevar' aún más las protestas. Y tanto que se elevó. Javier Sánchez Espejo, un enamorado del montañismo "de toda la vida" que le llevó con el tiempo, y debido a una lesión de rodilla, a la práctica de la bicicleta de montaña, "que es menos agresivo". Conocedor del entorno del Marquesado gracias Gregorio, un gran amigo y uno de los 'culpables' de que "conozca La Calahorra, su gastronomía, fiestas, entorno y paisajes".

Preparativos

Su afición a la montaña le llevó a aprovechar los días del pasado puente de la Constitución y la Inmaculada, junto a los que le debían en su trabajo, para irse de 'excursión' al Himalaya en un viaje organizado. El plan no era subir hasta los 8.849 del Everest, un reto destinado a escaladores muy expertos... y atrevidos, pero sí llegar al campamento base de la cara sur de la montaña más alta del mundo, situada, como se ha escrito, a los nada despreciables 5.364 metros.

Dos días antes de irse a la aventura, "estaba con Gregorio y su monotema de lo que estaba ocurriendo en su pueblo" cuando, "de tanto oírlo", mi mujer dijo:"Pues coges una pancarta y te la llevas". "Al día siguiente, se fueron a un chino, compraron un bote de pintura para hacer la pancarta y justo antes de salir me la trajeron", recuerda Javier, que leyó el mensaje dobló la sábana y la metió en su mochila con un mensaje breve, claro y contundente: "No a la planta de biogás ni purines en La Calahorra".

El viaje

Cruzando un puente en las jornadas iniciales del ascenso. Cruzando un puente en las jornadas iniciales del ascenso.

Cruzando un puente en las jornadas iniciales del ascenso.

Con semejante prenda en su equipaje y, seguramente, con un renovado espíritu reivindicativo, comenzó Javier Sánchez Espejo su viaje al Nepal. Tras llegar a su capital, Katmandú, afrontó un vuelo no muy recomendable para aquellos que quieran poner a prueba sus pulsaciones, pues vivió la experiencia de aterrizar en el aeropuerto de Lukla, uno de los más peligrosos del mundo. Baste decir que está situado entre montañas a una altitud de 2.860 metros; su pista, en pendiente, mide escasos 450 y está delimitada por un acantilado propio del Himalaya, en un extremo, y un muro, en el otro. Para aderezar más si cabe las emociones, no es nada extraño es que haya viento, niebla y cambios de visibilidad.

Comprobado que el corazón lo tiene a prueba de bombas, por delante, siete días para completar un recorrido de 136 kilómetros en ascensión (la vuelta se hizo en tres), con un desnivel acumulado de 7.060 metros en compañía de tres catalanes y un santanderino, que no completó el reto al tener que ser evacuado. El mal de altura no sienta bien a muchos. El guía no puso ningún problema a la pancarta... ni a la 'estelada' que llevaban los del Principado.

El frío, inevitable en las alturas del Himalaya. El frío, inevitable en las alturas del Himalaya.

El frío, inevitable en las alturas del Himalaya.

Hasta que llegó el dia D: el 6 de diciembre, el Día de la Constitución. "Coincidió con la primera nevada fuerte de la temporada. Recuerdo que hacía mucho frío, se llegó hasta 24 grados bajo cero, y mucho viento", rememora el montañero, que también se sitió impresionado "por el silencio y, sobre todo, la inmensidad del paisaje". En este ambiente llegó el momento de abrir la mochila, sacar la pancarta y cumplir con la misión encomendada a muchos kilómetros de distancia en la barra de un bar. "Me ayudé de los bastones y unas pinzas para que se pudiera ver la pancarta y le pedí a uno de los compañeros de 'excursión', que me hiciera la foto", señala el montañero granadino, aunque nacido en Rute.

En ese momento, fue inevitable que Javier pensara en lo que le había llevado a hacer ese gesto reivindicativo: "Era consciente de la problemática. Pensé en todo lo que había recorrido la pancarta y que merecía la pena". Sobre el proyecto de la macrogranja y la instalación de una planta de biogás, señala que "anda que no hay sitios para instalarlas y lo harán cerca de un pueblo y un terreno con un paisaje rústico de gran valor que puede ser dañado, en perjuicio del turismo".

Ya en Granada, con la pancarta que se desplegó en el Everest. Ya en Granada, con la pancarta que se desplegó en el Everest.

Ya en Granada, con la pancarta que se desplegó en el Everest.

El objeto de la protesta

De vuelta, Javier señala que los vecinos y los que están luchando contra los proyectos citados se remiten a un estudio de ingeniería que señala que "la planta de biogás se construirá sobre un acuífero", lo que puede perjudicar no sólo a La Calahorra y todo el Marquesado, sino también a la capital de la comarca: Guadix.

Comentando el viaje con su amigo Gregorio, ambos no destilan optimismo. Y hacen hincapié en que "esto empezó hace unos cuatro años, pero no se ha sabido hasta hace cinco o seis meses". Y echan la pelota al tejado del alcalde: "Es el que puede parar esto". De momento, tras volver de Nepal, Javier no ha recibido una buena noticia. Todo lo contrario. Hace pocas fechas se ha publicado la noticia de que la empresa AGR Biogás ha anunciado que este trimestre comenzará las obras para construir la planta de biometano proyectada en La Calahorra.

Entre las protestas de muchos vecinos, sin duda quedará en la memoria la que más se elevó gracias a que Javier Sánchez Espejo 'paseó' una pancarta por medio mundo y la desplegó por todo lo alto.

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