Sacrificio

Sacrificio

En el alargado elenco de nuestros pequeños grandes héroes hay un sitial de honor reservado a los trabajadores de asistencia social, enfrentados en estos días de coronavirus "ante la doble crisis de quienes ya estaban en crisis", como titulaba un reciente reportaje en El País. Una situación de emergencia total y el sacrificio de estos trabajadores que no reciben el aplauso merecido que llega puntual a las ocho de la tarde, pero que están peleando también en primera línea de batalla y en muchos de los casos sin equipar con mascarillas y guantes.  

'Sacrifice', en la canción que grabó Elton John en 1989, 'Sacrificio' que "no es sacrificio, / solo una palabra simple. / Son dos corazones que viven / en dos mundos separados". Son muchas las personas ancianas y dependientes que necesitan de la asistencia domiciliaria para vivir. Una asistencia que nunca ha faltado en estos días de cuarentena gracias a la abnegación de un eslabón muy débil en la cadena laboral como son los asistentes sociales, unos profesionales a los que -ojalá se equivoque este cancionero- su puesto de trabajo está en riesgo cuando a esta crisis sanitaria le suceda otra social, económica y política en la que serán necesarias grandes dosis de sensibilidad ciudadana para superar la depresión que se avecina.

La canción dedicada hoy a este colectivo, integrado mayoritariamente por mujeres, es una de los más representativos del cantante y compositor británico y está inspirada en una ruptura matrimonial que protagonizaba en la época Bernie Taupin, coautor de la letra. En un tono romántico, propio del estilo de pop suave de Elton John, 'Sacrifice' relata el deterioro de una relación que no es sacrificio porque la pareja sigue cada uno sus vidas por separado, pero "it's not sacrifice, / just a simple word, / it's two hearts living / in two separate worlds" ("no es sacrificio, / solo una simple palabra, / son dos corazones que viven / en dos mundos separados").  

En un panorama general de desabastecimiento, estas trabajadoras se han mantenido en su tarea profesional, conscientes de que si su función se detiene la asistencia no llega a los más necesitados. Que, por lo general, son personas -en el caso de los mayores- que están en una franja de edad que supone un alto riesgo de transmisión. Mantenerse en su puesto cuando el riesgo es cierto es lo que distingue a los profesionales de los que no lo son: ellas asisten a sus asistidos en contacto directo, han estado obligadas en su caso a darles de comer, a lavarlos, a vestirlos... a tocarlos en definitiva, en un tiempo en el que la distancia entre personas se ha convertido en la primera barrera de contención de la epidemia. 

"Cold, cold heart / hard done by you" ("frío, frío corazón / difícilmente construido por ti")  en la canción de Elton: se necesita un corazón frío que transmita a nuestras reacciones -las de quienes atienden a esas personas- la obligación de mantenerse en su puesto porque si no lo hacen ellas nadie lo hará. En una situación de emergencia nacional en la que la vulnerabilidad se hace patente en los sectores más precarios de la sociedad. La asistencia la están prestando trabajadores cuyas empresas están obligadas a prestar los equipamientos necesarios para desarrollar su trabajo sin riesgo para la salud. Pero en una situación de desabastecimiento general de mascarillas y guantes, como la que han padecido otros colectivos profesionales, incluido el personal sanitario, no puede haber obligación para la empresa cuando es imposible de cumplir tal condición.  

Y sin embargo, ahí continúan. Para ellos y ellas también el aplausos de las ocho.

 

 

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