Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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¿Amor eterno? ¡no!

Pánfilo le teme a la monogamia más que a una vara verde. Cree que es un fundamentalismo sexual contra natura

Mi amigo Pánfilo, con el que no me identifico para nada, aunque haya quien me identifique con este jubilado asocial en casi todo, siente una animadversión grande hacia la monogamia. "Le temo a un monógamo más que a una vara verde, porque en la monogamia, más que de amor, hay que hablar de fundamentalismo sexual", sentencia. Cuando este hombre se pone tan en plan pontífice, hablando ex cathedra, fundamentalista también él, aunque no se dé cuenta, me entran ganas de decirle, con sorna, aquello de Roma locuta, causa finita: habló Pánfilo, caso cerrado. Él sigue, erre que erre. "Esos devotos de las uniones conyugales para toda la vida me ponen de los nervios, y más, los que, copiándose de las películas de bodas, proclaman que quieren pasar el resto de sus días con alguien". "Pero vamos a ver", le pregunto, "¿de qué amor hablamos? ¿Del amor cortés? ¿Del amor del Cántico Espiritual? ¿Del amor que Platón refiere en El Banquete o en el Fedro? ¿Del amor de la Epístola de San Pablo a los Corintios, esa que se lee en las bodas? ¿Del amor que sentía Catulo por Lesbia? ¿Del loco amor? ¿Del buen amor? ¿Del amor por las mascotas? ¿Del amor clásico? ¿Del amor romántico? ¿Del amor industrial de repetición que practican los jóvenes, inspirado en el porno que ven en sus móviles y tablets?; porque a todo eso llaman amor, tratándose de actitudes, comportamientos y sentimientos diferentes", concluyo. No me da muchas más pistas, y tengo que deducir por mi cuenta que el amor que le pone nervioso es, sobre todo, el que se conoce como affectio maritalis, es decir, el que sienten los matrimonios que llevan muchos años casados. Más amistad que amor. Lo considera imposible. Piensa que es puro teatro. "¿Qué amor no encierra algo de teatralidad?", le pregunto. Se muestra de acuerdo en que amamos, en muchas ocasiones, para que los demás nos envidien, nos miren o nos admiren. Pero insiste en que las parejas de larga duración sobreactúan en público de forma notable; más que las demás. Dudando se ha quedado cuando le he contado que he visto a varias parejas maduras cogidas de la mano -en las parejas de jóvenes, cada uno va cogido de su móvil- el día de más calor. "A 45º de temperatura", le digo, "no hay teatro que valga: eso es amor verdadero". "O necesidad", masculla Pánfilo entre dientes.

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