Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

Basta ya

El expolio al patrimonio cultural granadino supone un daño de incalculable valor para Granada

Esta semana hemos tenido la desgracia de conocer la triste noticia del descarado expolio de la Iglesia Convento de Nuestra Señora de los Ángeles, cuyas valiosas piezas de arte han aparecido a la venta en el Rastro madrileño (una imagen en madera de San Juan de Dios, un templete procesional del altar mayor, un cuadro-cornucopia con pintura de la Virgen de los Desamparados de Valencia, procedente del coro bajo de la iglesia y hasta un banco) bajo la falsa excusa dada por las monjas de una restauración, cuando las obras de arte no se mueven sino que quien se mueve es el restaurador.

Pero más escandalosa aún si cabe es la aparición de otra valiosa imagen de dicha iglesia conventual en Nueva York, trasladada allí para su venta en una feria de arte por la galería de Madrid Nicolás Cortes. Se trata de Santa Margarita de Cortona, de José de Mora, y los vecinos del Realejo están absolutamente indignados porque su imagen venerada haya aparecido allende los mares para ser vendida al mejor postor.

Desgraciadamente estos expolios no son nuevos, véanse el intento de enajenación del órgano del convento de Santa Catalina de Siena o el desmantelamiento de la Piedad y San Gregorio Bético.

Pero no sólo los vecinos están indignados, sino que todos los granadinos lo estamos por la fuga continua del patrimonio granadino a manos privadas, no sólo por la pérdida de vocaciones y el afán mercantilista de unas monjas que sólo demuestran su desapego a un patrimonio que han custodiado durante siglos, sino también por la dejadez, descoordinación y desinterés de los políticos estatales, autonómicas, locales y del propio arzobispado, a la hora de propiciar la conservación de nuestros Bienes Culturales, siendo ello una obligación constitucional para los poderes públicos preceptuada en el artículo 46 CE, que todos están incumpliendo sistemáticamente.

Ellos se echan la culpa entre sí sobre la falta de inventarios y el descontrol sobre la riqueza artística de la iglesia -que prefiere mantener el secretismo al respecto-, cuando estos bienes muebles de incalculable valor deben de considerarse unidos por adscripción al bien inmueble cultural al que pertenecen, porque uno no se entiende sin los otros.

Basta ya de expolios al patrimonio cultural granadino, que supone un daño de incalculable valor para Granada. Si estos políticos que nos han caído en desgracia no ponen soluciones inmediatas, tendremos que ser los granadinos quienes lo hagamos. Un argumento más para el cambio urgente que Granada necesita.

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