La Caixa de Bernarda Alba

Si García Lorca viviera escribiría un drama con el argumento del Centro que lleva su nombre

El título de esta columna es una ocurrencia que tuvo Paco Puentedura, concejal entonces de IU, cuando se descubrió el impago de un crédito de cuatro millones de euros por parte de la Fundación García Lorca a la Caixa, lo que permitía a la entidad financiera tener cierta potestad sobre el edificio de la plaza de la Romanilla dedicado al poeta. Fue entonces cuando el concejal de IU dijo eso de “en Granada al Centro Lorca ya lo llaman la Caixa de Bernarda Alba”.

Convencido estoy de que si García Lorca viviera escribiría un drama con el argumento del Centro que lleva su nombre. Desde que se proyectó su construcción hace quince años ha sido una auténtica fuente de problemas y una iniciativa que se ha tragado los millones de euros como Polifemo se tragaba a los currinches de Ulises. Desde el retraso que sufrió el proyecto en el 2005 a causa de una churrería, hasta estos últimos días en que la prensa ha aireado las dimisiones del director (que aún no había tomado posesión de su cargo) por una memez y de Laura García Lorca, sobrina del poeta, como miembro del Patronato. Los retrasos en su construcción solo fueron superados por los que sufrió la pirámide de Keops, que se acabó en veinte años con la ayuda de 360.000 hombres. Eso sin contar el agujero sin fondo en el que se convirtió al perderse millones de euros entre los sobrecostes y la pésima gestión tras su puesta en marcha. El coste primitivo era de veinte millones, pero luego hicieron falta cinco más para acabar la obra. En 2013 se encontraba el edificio en un 96% de su construcción cuando hubo un nuevo parón tras los problemas creados para repartir los sobrecostes entre las instituciones que forman el Patronato. Y luego aquel problema que creó un secretario que vino a Granada de la mano de la misma Laura García Lorca y que cobró cinco millones tras amañar contratos para lograr más comisiones. Este secretario sería un personaje clave en este drama lorquiano. Se llamaba Juan Tomás Martín y se puso un sueldo de 12.000 euros al mes. Resultó ser un estafador que falsificaba la firma de Laura García Lorca para poder facturar 2,6 millones de euros a sus empresas. Auditoría que se hacía, pufo que salía. Dos periodistas de este diario destaparon también que la Fundación perdió más de 360.000 euros con Fórum Filatélico. En fin, toda una tragedia lorquiana, la más auténtica, la que más nos hace llorar a los granadinos.

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