Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

La Iglesia del cambio

Se van a bendecir no sólo las uniones civiles, sino también las de hecho y hasta las del mismo sexo

Eestuve de viaje en Roma el pasado octubre y me quedé prendado de una ciudad realmente única. Asombra, enamora, sobrepasa cualquier idea previa, abruma.

Lo de ‘Ciudad eterna’ le va como anillo al dedo. Se respira eternidad en cada rincón que vayas. Y engancha sentir que hay algo que no cambia mientras ves en una sola urbe cómo las civilizaciones desde Roma hasta hoy han ido sucediéndose mientras algo permanecía en su sitio.

Eso perenne de Roma es la Iglesia. Y te preguntas cómo ha podido una misma institución sobrevivir a dos mil años de historia. Con tantas guerras y cambios sociales ahí sigue un Papa sucesor de San Pedro siempre con el mismo mensaje esencial (el amor nos salva) mientras que todo parece llevarle la contraria.

Si algo ha sabido la Iglesia es distinguir lo esencial de lo accesorio. Ahora sucede con la última gran puesta al día que ayer mismo se anunciaba. Se van a poder bendecir no sólo las uniones civiles, sino también las de hecho y hasta las del mismo sexo. No veas. Pero ojo. Bendecir sólo si se solicita. Pero es un gran avance pues es una aceptacion tácita.

Un paso adelante que pone las cosas en su sitio aunque sin equipararlo todo al matrimonio. Tiene más sentido que ese café para todos. Cada cosa es cada cosa y lleva su nombre.

Había una fuerte presión de los sectores más progresistas para que este paso se diera. Lo esencial, el amor entre personas que es lo que propugnan los seguidores de Cristo, queda a salvo.

Hay sin embargo sectores que es en aferrarse a las formas donde ponen el acento y la batalla. Un grave error. Hay procesos que no tienen vuelta atrás. Véase si no el de la incorporación de la mujer en todo.

Hacía falta un Papa valiente que impulsara estos cambios dentro de una institución que perdía seguidores por su desconexión con la sociedad a la que pretende servir. Vienen más reformas que muchos pedíamos como el de la revisión del celibato de los sacerdotes para dejarlo como opcional, una imposición que a todas luces ha hecho más daño que bien con tantos damnificados.

La capacidad de adaptación es signo de inteligencia y de cultura. Es lo que nos salva. Si se hace con buen tino, claro. Porque el mensaje esencial es lo que importa y preservarlo para las generaciones futuras nuestra misión primera.

Si algo se respiraba en Roma este otoño era esa sabiduría de una Iglesia que sabe cambiar. A su ritmo, claro.

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