Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Instintos básicos

Los ricos y los poderosos ya no esconden ni sus vicios ni su opulencia. A exhibirlos, llaman libertad

A los profes populistas, o a los padres populistas, nos gusta presumir de lo que hemos aprendido de nuestros alumnos o de nuestros hijos. Llevaba una semana intentando explicar en clase, sin mucho éxito, la Noche oscura del alma de San Juan de la Cruz y por qué el poeta enumera hasta 15 cautelas que hay tomar para escapar de casa sin ser visto en busca de la libertad y del amor. A los pocos días, una alumna trajo grabada una entrevista con un preso de Albolote que había intentado fugarse de la cárcel en varias ocasiones. Y se hizo la luz en la mente de los estudiantes y en la mía. Mi hijo me acaba de regalar una novela que se ha convertido en el emblema del movimiento Black Lives Matter (Las vidas de los negros importan). En ella encuentro una explicación plausible del novedoso concepto neoliberal de 'libertad'. Se trata del relato La mitad evanescente de la escritora negra Brit Bennett. En él, Jude, la hija de una de las protagonistas, se pasea deslumbrada por la casa de unos ricos: "No imaginaba -cuenta- lo que era vivir en un sitio así: suspendida de un acantilado, expuesta a la vista de todos a través de un cristal. Pero quizá los ricos no sentían la necesidad de esconderse. Quizá la riqueza era la libertad de mostrarse". Ni los presocráticos ni San Agustín ni Spinoza, cuyo concepto de libertad estudié el Bachillerato, me habían servido de nada para comprender lo que entienden hoy por libertad los neoliberalismos rampantes. Muertas las ideologías -pese a que M. A. Rodríguez, el cínico consejero de Ayuso, sostenga que ella gana por su ideología-, y abducidos por vacías e hinchadas 'egologías', a los instintos básicos de siempre -sexo, comida y poder- ahora se les llama libertad. No sé de quién será el invento, si de Ayuso o de su asesor. Pero en plena pandemia, tras una experiencia carcelaria universal, sostener que la libertad consiste en consumir en la calle cervezas, sexo y hamburguesas a demanda es una genialidad copernicana. Tan tosca deturpación del concepto de libertad tiene algo que ver con lo que dice más arriba Jude de la libertad de los plutócratas. Ahora, los nuevos ricos de la política, se exhiben en sus burocráticas jaulas de cristal, desnudos y vacilones. Porque, con los votos, les hemos concedido la libertad de enseñarnos, impúdicos, sus malformaciones.

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