Manolo Escobar, ese visionario

Rubiales no tiene asimilada la elegancia moral en su estilo de vida, pero de ahí a que le pidan cárcel por un pico, me parece una pasada

Les prometo que el de la fotillo de arriba no estaba dispuesto a escribir una sola línea sobre el caso Rubiales, que ya empieza a aburrirnos, pero su cercanía motrileña y la constante e implacable persecución (‘cacería’ lo llama su madre) a la que está siendo sometido el paisano, me ha hecho cambiar de parecer. Además, debo ser el único columnista de España que no ha escrito sobre el famoso pico que el motrileño le dio a una jugadora de fútbol. Llevo muchos años ejerciendo de periodista y estoy convencido de que si hubiera estado cubriendo esa final, jamás hubiera utilizado como material informativo ese beso que algunos colectivos se han empeñado en convertirlo en una agresión sexual. Ni yo ni cien periodistas (de ambos sexos) que hubiéramos estado presentes habríamos visto noticia en ese gesto. Si acaso, lo hubiéramos utilizado como coletilla graciosa en una crónica. A ver, yo creo que el motrileño tenía demasiados enemigos con la escopeta cargada esperando cualquier falso movimiento para dispararle, como el cazador que espera que salte la liebre para darle un tiro. Ha sido ese movimiento tan poderoso como el feminismo agresivo el que ha hecho que Rubiales salga en todos los periódicos y telediarios del mundo y sea tratado como un agresor sexual. La misma agredida en un primer momento no le da importancia al asunto y cree que el beso iba a quedar en pura anécdota. ¿Una anécdota? Joder, hasta el propio Trump siente celos de que Rubiales salga ahora en la prensa más que él. ¿Quién es ese calvo del que se habla tanto ahora?, les preguntó el americano a sus asesores de imagen con la pelusa propia del que se siente marginado. De acuerdo, Rubiales es más de la escuela del Mangato y del Caenas (personajes populares motrileños del siglo pasado) que de la escuela de Epicuro y Horacio, que consideraban que la sabiduría consiste en aprender a dominar bien los placeres con el fin de no ser dominado por ellos. Todos los sabemos. Rubiales no es de las personas que tiene asimilada la sensibilidad y la elegancia moral en su estilo de vida (lo de tocarse ostensiblemente los huevos en el palco de autoridades es una muestra de su tosquedad), pero de ahí a que pidan cárcel para él por un pico, me parece una pasada. Manolo Escobar, ese gran visionario, ya hablaba de un frescales que le dio un beso en el puerto a una dama que no conocía y que por eso estaba metido en una prisión. A ver si aprendes, Rubiales.

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